vendredi 27 juillet 2012

Conversaciones en el castillo (I): Universidades

Con permiso del Señor Embajador en el Infierno, publico hoy mi primera “conversación en el castillo”, por aquello del Marqués de Montauran, aunque con anterioridad he compartido ya en la bitácora varios fragmentos de nuestras interesantísimas tertulias familiares, normalmente sentados a la mesa durante la cena, de altísimo nivel intelectual y moral, faltaría más.

Ayer fue el mayor, que se dispone a comenzar este septiembre sus estudios de bachillerato y ya ha empezado a enfrentarse con la decisión sobre su futuro profesional, el que planteó una pregunta muy interesante.

Para entrar en situación, diré que esta semana, por varias circunstancias, la hemos pasado todos en Madrid. La próxima ya estarán los niños en el pueblo, disfrutando de sus merecidas vacaciones, montando en bicicleta, nadando en el río, etc. Mientras mi mujer y yo seguimos en Madrid trabajando y preparando el inminente traslado familiar.

La cuestión es que en Madrid, y con este calor insoportable, las posibilidades de entretenimiento son muchísimo más reducidas que en el pueblo, y aunque me pese, de vez en cuando “hay que ver la tele”.

Solemos ver el programa de Jordi Hurtado en la segunda cadena, compitiendo a ver quién acierta más preguntas (mi cuñada, que nos echa una mano en casa, se quedó de piedra al comprobar que el peque de ocho años sabía que “A sangre fría” era de Truman Capote, je, je, je). Luego ponen el clásico reportaje sobre la dura vida de las cebras y las gacelas “Thompson”, y sus conflictos con leones, guepardos y cocodrilos, que entre ñu y ñu siempre se meriendan un par de ellas. Por supuesto es cuando mi mujer y yo aprovechamos para dormir una pequeña siesta en el sofá.

La cuestión es que, como pequeña concesión a los niños y la modernidad, últimamente vemos también una serie americana de esas de risas enlatadas, que dos episodios son media hora de reloj escasa, llamada “The Big Bang Theory”, sobre unos científicos muy jovencitos que viven juntos en un piso de solteros. Reconozco que las situaciones cómicas basadas en el alto cociente intelectual de los protagonistas y sus dificultades para relacionarse con “gente normal” suelen ser bastante graciosas, aunque, por supuesto, los presupuestos morales sobre el matrimonio y el sexo sean los propios del relativismo imperante en nuestros días.

La cuestión es que los protagonistas de esta serie son doctores, en física y alguna otra cosa, y trabajan en una universidad. El mayor me preguntó si eran alumnos de la universidad, o profesores, o a qué se dedicaban.

Mi respuesta, que dejo aquí por si alguien la quiere rebatir o añadir alguna cosa, fue que una universidad no es un colegio o un instituto, donde los profesores enseñan a los alumnos los fundamentos de algo, normalmente siguiendo uno o varios libros de texto.

En una universidad que merezca tal nombre, la principal actividad es la investigación. Un doctor, que para obtener tal título ha debido, aparte de otros muchos requisitos, desarrollar una tesis que sea original en su campo, trabaja investigando, es decir haciendo que su materia avance más allá de lo que figura en los libros.

Por supuesto, en lo referente a las tesis, que tengan por finalidad presentar un avance o profundización nueva y original en la materia, no significa que no deban estar fundamentada en las aportaciones anteriores de otros, y de hecho los buenos trabajos suelen tener más referencias y notas a pié de página que texto propiamente dicho.

Es la base del progreso humano, que cada generación aporte algo nuevo partiendo de lo alcanzado hasta la generación anterior. Eso nos diferencia del resto de los animales, que no empezamos “de cero” una y otra vez.

Por eso los únicos “progresistas” de verdad somos los “tradicionalistas”. Lo demás es eso que se ha dado en llamar “adanismo” ("la humanidad estaba sumida en el error hasta que he llegado yo", ¿nos suena?).

Y siguiendo con mi pequeña perorata sobre las universidades, si de verdad su actividad central es la investigación, dedicando recursos para hacer que los “doctores” se dediquen a ella en cuerpo y alma, los alumnos que se formen con las enseñanzas teóricas y prácticas que esos mismos investigadores les imparten, aprenderán, no los fundamentos de una materia que podrían encontrar en los libros sin necesidad de matricularse en institución alguna, si no lo más novedoso y profundo de la mano de los mejores expertos.

Por eso el prestigio de una universidad se basa en los descubrimientos realizados por sus investigadores, sus artículos publicados en revistas especializadas, los premios y reconocimientos científicos, etc.

La triste conclusión final es que en España, a día de hoy, las universidades que merecen tal nombre, siendo generosos, se cuentan con los dedos de una mano, y no hacen falta todos. El resto no son más que escuelas de educación primaria con alumnos talluditos.

En fin, gracias a Dios la semana que viene mis hijos se dedicarán a correr por el campo y yo a seguir leyendo libros, que este verano voy a batir todos mis records, en gran parte, debo decirlo, gracias al libro electrónico.

jeudi 19 juillet 2012

De aquí para allá

Aprovecho un pequeño alto en el camino para poner al día la bitácora, aunque sea provisionalmente.

Acabo de regresar del Paraíso Terrenal, o al menos de un sitio que se le parece mucho, creo yo. La españolísima isla de Mallorca, donde se encuentran profundamente ancladas las raíces de mi familia.

Mis hijos, que no conocían aún la tierra de sus ancestros, están entusiasmados, y no es para menos.

En la imprescindible visita a la Cartuja de Valldemossa, dónde pasara Chopin su conocido “Invierno en Mallorca”, cuya crónica escribiese su “compañera sentimental”, George Sand, aproveché para comprar una nueva edición del libro de marras, que devoré en un par de tardes en la playa.

George Sand, que en realidad se llamaba Amandine Aurore Lucile Dupin, baronesa Dudevant, empapada de espíritu revolucionario, pone a los mallorquines, y a España en general, como suele decirse “a caer de un burro”. Por un lado es desternillante comprobar la impresión que causaron nuestras costumbres tradicionales en su sensible alma revolucionaria, por otro siempre viene bien contemplar nuestros defectos, que los tenemos claro está, diseccionados sin anestesia, y en todo caso la descripción de la naturaleza de isla es fantástica y apasionada.

Al que no conozca Mallorca me resultará imposible hacerle si quiera atisbar lo maravilloso de sus paisajes, su geografía asombrosa, la idiosincrasia de sus pobladores, los de verdad no los alemanes e ingleses que se refugian en ella, su arquitectura, su gastronomía y en general ese universo aparte que constituye el antiguo Reino de Mallorca.

De regreso al Reino de Castilla, y en mi camino hacia el Reino de León, creo fundamental mencionar el artículo de José Miguel Gambra sobre el sobrino del Abanderado de la Tradición, Don Sixto Enrique de Borbón y Parma, Carlos Javier, el hijo mayor de Carlos Hugo, y sobre la CTC.

No puedo dejar de sentir internamente la necesidad de que el carlismo se reunifique en pro de los intereses de España, que son lo único importante, pero ciertamente suscribo todas y cada una de las palabras de Don José Miquel Gambra.

También considero una desgracia, un escándalo y una herida dolorosísima, la división entre los discípulos de Nuestro Señor Jesucristo, pero sin duda no hay otro camino para la unidad que el retorno de todos al seno de la Santa Madre Iglesia, y con la ayuda del Espíritu Santo, la plena comunión de todos los católicos, seglares y clero, con el Magisterio de la Iglesia y su Sacrosanta Tradición.

Del mismo modo, el Tradicionalismo no tiene otra opción que su reunión en torno al Rey legítimo, en todos los aspectos de la legitimidad, y la fidelidad a los principios que siempre han inspirado nuestra lucha secular contra los enemigos de España y de la Humanidad.

En ambos casos el camino es duro y sembrado de dificultades y obstáculos, pero los atajos no llevan a ninguna parte.

Creo que en las actuales circunstancias de profundísima crisis, en absolutamente todos los sentidos imaginables, está meridianamente claro que no se puede hacer concesión alguna, no se puede confraternizar lo más mínimo con el enemigo, ni dar un paso atrás, y desde luego no se debe pretender jugar su juego con sus sucias reglas.

mercredi 18 juillet 2012

Los ciudadanos expoliados y el disparate administrativo ni tocarlo


Arturo Pérez Reverte.
Incluso liberales revolucionarios anticlericales como él se dan cuenta, y el  novelista es capaz de expresarlo con claridad meriadana,  que este sistema no lleva a ninguna parte.
Nunca reconocerá que la raíz del problema está precisamente en los principios que inspiran el sistema, y que el autor del artículo comparte con fe inquebrantable, pero siempre es refrescante verle lamentándose...

"La Cultura, la Educación, la Sanidad, las clases altas, medias y bajas, expoliadas. Y el disparate administrativo-político-autonómico, ni tocarlo.

A ver si lo he entendido, señor presidente... Hasta por morirme debo pagar un 21 %... A ver si lo entiendo. Insisto.

Alemania tiene 80 millones de fulanos y 150.000 políticos. España, 47 millones y 445.000 políticos. Sin contar asesores, cómplices y colegas. O en Alemania faltan políticos, o aquí sobran. Si en Alemania faltan, apenas tengo nada que decir. Si en España sobran, tengo algunas preguntas. Señor presidente.

¿Para qué sirven 390 senadores (con la brillantez media y la eficacia política media de un Iñaki Anasagasti, por ejemplo)? Subpregunta: si un concejal de Villacantos del Botijo, por ejemplo, necesita contratar a 15 asesores... ¿Para qué puñetas sirve ese concejal, aparte de para dar de comer a numerosos compadres y parientes?

¿Para qué sirven 1.206 parlamentarios autonómicos y 1.031 diputados provinciales? ¿Sabe usted lo que cobra toda esa gente? ¿Y lo que come? Ese tinglado regional, repartido en diecisiete chiringuitos distintos, duplicados, nos cuesta al año 90.000 millones de euros. Con ahorrar sólo la mitad... Eche usted cuentas, señor presidente. Que yo soy de Letras.

En vista de eso, ¿cómo es posible que el Gobierno de este putiferio de sangüijuelas y sangüijuelos se la endiñe a las familias y no a ellos? Que en vez de sangrar a esa chusma, se le endiñe a la Dependencia, a la Sanidad, a la Educación, a la Cultura, al pequeño comercio? ¿A la gente que de verdad lucha y trabaja, en vez de a esa casta golfa, desvergonzada y manifiestamente incompetente?

A ese negocio autonómico absurdo e insostenible, del que tanta gentuza lleva viviendo holgadamente desde hace más de treinta años. 17 parlamentos, 17 defensores del pueblo, embajadas propias, empresas, instituciones. Negocios casi privados (o sin casi) con dinero público. El único consuelo es que a esa pandilla depredadora la hemos ido votando nosotros. No somos inocentes. Son proyección y criaturas nuestras.

Treinta años engordándolos con nuestra imbecilidad y abulia política. Cuando no con complicidad ciudadana directa: Valencia, Andalucía... Con unos tribunales de Justicia cuando no politizados o venales, a menudo lentos y abúlicos. El golfo, impune. Y el ciudadano, indefenso. Esos políticos de todo signo (hasta sindicalistas, rediós) puestos en cajas de ahorros para favorecer a partidos y amiguetes. Impunes, todos.

Me creeré a un presidente de Gobierno, sea del color que sea, cuando confiese públicamente que este Estado-disparate es insostenible. Cuando alguien diga, señor presidente, mirándonos a los ojos, "voy a luchar por un gran pacto de Estado con la oposición"; "me voy a cargar esta barbaridad, racionalizándola, reduciéndola, controlándola, adecuándola a lo real y necesario"; "voy a desmontarles el negocio a todos los que pueda. Y a los que no pueda, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible"; "aquí hay dos autonomías históricas que tendrán algo más de cuartelillo, dentro de un orden. Y el resto, a mamarla a Parla".

"Y el que quiera entrar en política para servir al pueblo, que se lo pague de su bolsillo".

Pero dudo que haga eso, señor presidente. Es tan prisionero de su propia chusma político-autonómica como el PSOE lo es de la suya. Ese toque de jacobinismo es ya imposible. Tiene gracia. No paran de hablar de soberanía respecto a Europa quienes son incapaces de ejercerla en su propio país. Sobre sus políticos. Dicho en corto, señor presidente: no hay cojones. Seguirán pagándolo los mismos, cada vez más, y seguirán disfrutándolo los de siempre. El negocio autonómico beneficia a demasiada gente.

Usted, señor presidente, como la oposición si gobernara, como cualquiera que lo haga en España, seguirá yendo a lo fácil. A cargar a una población triturada, con cinco millones de parados, lo que no se atreven a cargar sobre sus desvergonzados socios y compadres. Seguirá haciéndonos aun más pobres, menos sanos, menos educados. Hasta el ocio para olvidarlo y la cultura para soportarlo serán imposibles.

Así que cuando lo pienso, a veces se me va la olla y me veo deseando una intervención exterior. Que le vayan a frau Merkel con derechos históricos, defensores del pueblo, inmersiones lingüísticas, embajadas y golferías autonómicas. De tanto reírse, le dará un ataque de hipo. De hippen, o como se diga allí.

Lo escribía el poeta Cavafis en Esperando a los bárbaros. Quizá los bárbaros traigan una solución, después de todo. Para esto, que nos invadan los bárbaros de una puta vez. Que todo se vaya al carajo y el Sentido Común reconozca a los suyos. Si quedan.

Recristo. Qué a gusto me he quedado esta tarde, señor presidente. Lola acaba de abrir el bar. Esta noche me emborracho. Como Gardel en el tango. Fiera venganza la del tiempo. Parece un título de Lope de Vega. Un tango adecuado para este pasaje".