mercredi 19 mai 2010

Sexo

Vaya por delante que a mi me gusta llamar a las cosas por su nombre y que creo que la sexualidad humana debe formar parte de la educación integral de los jóvenes y por tanto estar incluida en los planes de estudios correspondientes. Aunque las explicaciones teóricas que yo obtuve de fuentes no académicas en mi juventud, resultaron ser finalmente bastante precisas.
Eso significa que hay que tomárselo en serio, y no basta con inventarse una “asignatura”, rellenarla de contenidos de cualquier manera y declararla obligatoria.

La primera cuestión práctica es saber precisamente en qué materia debe incluirse el estudio de la sexualidad humana.
La tendencia actual es que se trate dentro de “ciencias naturales”, en sus diferentes denominaciones, del mismo modo que se tratan el sistema digestivo, las amebas, la reproducción de las aves o el ciclo del agua. Es decir, el hombre es un animal más, mamífero por más señas, y su proceso reproductivo tiene tales o cuales características.

A mi modo de ver las cosas, eso se llama “deshumanizar”.

La diferencia entre la explicación que se hace de la reproducción del oso o la vaca lechera y la del ser humano, consiste en incluir en la segunda los múltiples modos en que el ser humano actual, disocia el acto sexual del proceso reproductivo, enumerando minuciosamente desde el preservativo hasta el aborto, pasando por todo tipo de artilugios, sistemas, pastillas, etc.

Todo ello sin una sola referencia al amor, la fidelidad, el compromiso, la responsabilidad, la familia, la paternidad, la educación de los hijos...

No se trata de dar información sobre sexo a los jóvenes, para eso basta con distribuir folletos, se trata de educar. Y el hombre no es un animal más.

Tampoco parece lógico que una adecuada educación sexual se incluya en “educación para la ciudadanía”, asignatura que, de acuerdo a su nombre, debería consistir fundamentalmente en estudiar el código de la circulación, no defraudar en la declaración de impuestos, pagar el IVA, no tirar papeles al suelo, no gritar por la calle o en los restaurantes, recoger los excrementos del perro, ayudar a los ancianos a cruzar la calle o subir las bolsas de la compra, y cosas por el estilo.

El sexo en el ser humano, debidamente tratado en todas sus dimensiones humanas, insisto, podría formar parte de las ciencias “sociales”, con la historia y la geografía, tratándose tal vez en coordinación con la “formación moral” o la religión, ¿no les parece?

A veces parezco tonto. Se me ha vuelto a olvidar en qué mundo vivo. Como si no se tratara de eso precisamente, de deshumanizar al hombre para someterlo con más facilidad, igual que se somete a las bestias.

No, claro que no, confiar en un utópico plan de estudios serio no es la solución. La única posibilidad es sentarte tranquilamente con tu hijo después de cenar y explicarle con claridad en qué consiste la sexualidad humana, como hice yo ayer después de repasar su lección de “ciencias”.

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