Leer mucho y viajar mucho constituyen sin duda el único camino seguro hacia el conocimiento, que si se deja conducir por el recto camino de la fe, de la única fe verdadera, la que sólo podemos encontrar en el seno de la Santa Madre Iglesia, Católica, Apostólica y Romana, pueden llegar a acercarnos a la sabiduría.
Este verano que se acerca a su final lo hemos dedicado, mi mujer, mis hijos y yo, a recorrer nuestra querida Patria, España, en la medida de lo posible, redescubriendo la riqueza de su gloriosa historia y tradición, y disfrutando del sano orgullo de sentirnos sus legítimos hijos y herederos.
El Escorial, Segovia, Ávila, Salamanca, Ciudad Rodrigo, León, Oviedo, Covadonga y muchos otros nombres llenos de historia y glorias patrias se agolpan ahora en mi memoria, haciendo imperiosa la necesidad de reposar, meditar y reflexionar.
Me propongo por ello ir desgranando pequeños detalles en esta bitácora, para compartir y proponer a quien me lea, fantásticos viajes por la historia de España, para el que no quiera perder su tiempo disputando un metro cuadrado de una playa atestada de veraneantes.
El cuadro que acompaña esta entrada, pintado en 1743, es una obra de Louis Michel van Loo que se encuentra en el Museo del Prado, y representa a la familia de Felipe V, aquel al que su abuelo, Louis XIV le Roi-Soleil, le dijera: «Soyez bon Espagnol, c'est présentement votre premier devoir ; mais souvenez-vous que vous êtes né Français pour entretenir l'union entre nos deux nations ; c'est le moyen de les rendre heureuses et de conserver la paix de l'Europe» («Pórtate bien en España, que es tu primer deber ahora, pero recuerda que naciste en Francia, para mantener la unión entre nuestras dos naciones, que es la manera de hacerlos felices y preservar la paz de Europa»), a lo que el embajador de España, el marqués de Castel dos Rios, añadiría su conocido: «il n'y a plus de Pyrénées» («ya no ha Pirineos»).
Recordamos este periodo de la historia de España visitando el Palacio de Riofrío, ya que la impulsora de su construcción fue la segunda mujer de Felipe V, Isabel de Farnesio, que a la vista de su posición y postura en el cuadro debía de ser de armas tomar.
Visitando El Escorial ya habíamos recordado que desde el emperador Carlos hasta Fernando VII, sólo dos reyes de España no están enterrados en su panteón, Felipe V y su hijo Fernando VI, y de las reinas, madres de reyes, precisamente Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V y madre de Carlos III, tampoco reposa allí, sino junto a su esposo en la Sala de las Reliquias de la Real Colegiata de la Santísima Trinidad, en el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso.
Que existan dos palacios reales tan cerca uno de otro como el de Riofrío y el de La Granja es algo que sólo se explica por las especiales circunstancias de la sucesión al trono de España en aquellos años, y algunas de las claves se encuentran en el cuadro de van Loo, en el que podemos ver a tres reyes de España, Felipe V, Fernando VI y Carlos III.
Felipe V, tras abdicar en Luis I, hijo de su primer matrimonio con María Luisa Gabriela de Saboya, cuyos restos sí se encuentran en El Escorial, se había visto obligado a retomar el trono a la muerte por viruela del joven rey.
Es difícil conocer la razón de su abdicación y más aún que tras la muerte de Luis I asumiera Felipe V de nuevo el trono, y no el otro hijo de María Luisa de Saboya, el futuro Fernando VI. La posible pretensión a suceder a Louis XV y la unión dinástica de Francia y España que prohibía el Tratado de Utrecht, aunque la validez de la prohibición y la consecuente renuncia de Felipe V al trono de Francia sean más que discutibles, podrían estar detrás de estos extraños acontecimientos.
Finalmente, muerto Felipe V y reinando ya su hijo Fernando VI, la reina viuda, Isabel de Farnesio, debe preocuparse por el porvenir de sus hijos. Carlos es rey de Nápoles y Sicilia, Felipe, que había comprado el condado de Chinchón, acabaría siendo duque de Parma, de Piacenza y de Guastalla, y Luis, para el que no había corona posible alguna, estaba destinado a la carrera eclesiástica. Sus hijas se casarían con el rey de Portugal, el delfín de Francia y el rey de Cerdeña.
A pesar de todo ello, las relaciones de Isabel con su hijastro el rey no eran muy buenas, y la reina viuda impulsa la construcción del palacio de Riofrío, a pocos kilómetros del de La Granja, a modo de seguro contra posibles desventuras.
Finalmente la muerte sin descendencia de Fernando VI dará un giro a los acontecimientos a favor de la prole de Isabel de Farnesio, convirtiendo a su hijo Carlos en Carlos III de España, lo que después de ser sólo reina viuda, la convertía en reina madre, y dejaba sin demasiada utilidad al palacio de Riofrío.
Una curiosidad para el visitante del palacio es ver las marcas de propiedad de los cuadros expuestos, según perteneciesen al rey Felipe V o a su esposa Isabel. Puesto que los Farnesio empleaban la flor de lis como blasón, el rey permitió que su esposa empleara este símbolo tan distintivo de la casa de Borbón para marcar los cuadros de su colección privada, empleando él para marcar los que le pertenecían el símbolo tradicional de los reyes de España. ¿Necesito decir cuál es? Efectivamente, la Cruz de Borgoña, la auténtica bandera de nuestra Patria.