La tradicional advocación a Santa
Bárbara se da por segura desde el comienzo de la existencia de la Artillería
Española, que hace oficialmente su aparición en nuestra historia en el año 1262,
cuando los ejércitos de Alfonso X de Castilla emplean la pólvora en el asedio y
conquista de la taifa islámica de Niebla, en Huelva, resultando su actuación
decisiva para el fin victorioso de la Reconquista en tiempos de los Reyes
Católicos bajo la dirección del famoso Francisco Ramírez de Madrid, Capitán
General de la Artillería de Isabel y Fernando.
Sin embargo el más antiguo documento conocido
que cita su patronazgo data de 1522 y dice lo siguiente:
"Yo, Don Juan de Acuña, Alcaide
del Castillo de Burgos por S.M. digo: que vos Gerónimo Ximénez Denciso, Tenedor
de los bastimientos de dicho castillo por S.M. distes por mi mando al Capitán
Terramond por S.M. el día de Santa Bárbara para tirar la fiesta de los
artilleros, ques aquel día su fiesta, dos barriles de pólvora para tirar
ciertos [disparos] de los [cañones] gruesos y los morteros de aquel día, que
pesarían diez arrobas; la cual pólvora está a cargo del Mayordomo de la
Artillería, Francisco de Xerez; y por ques verdad que lo dio en dicho día a
cuatro de diciembre de mil quinientos vente y dos, lo firmo en mi nombre Don
Juan de Acuña". (Archivo de Simancas, Guerra, Mar y Tierra, legajo 3º, año
1522. Tomado del Memorial de Artillería de 1884).
La primera referencia a la devoción y
culto público a Santa Bárbara en España es de 1248 y se refiere a la conquista
de Alicante y su castillo por don Alfonso (más tarde Alfonso X el Sabio), el
día 4 de diciembre de dicho año. De ahí el nombre dado al castillo, que cuenta
en su interior con una capilla dedicada a la Santa.
Casi desde el nacimiento de la
artillería medieval, y probablemente por la intervención del rayo destructor en
el relato de su martirio, los artilleros europeos se acogieron al patronazgo de
Santa Bárbara, como se demuestra en un documento de 1431 en el que especifica
que las compañías de artillería francesas se constituían bajo el amparo de esta
Santa, o en otro que recoge los estatutos de 1477 de los culebrineros y los
arcabuceros de Gante, en los que también se menciona su patrocinio.
En el tratado sobre la Artillería
española "La platica manuale de artigleria" del famoso Luis Collado
de Lebrija, fechado en Sevilla en 1606, se reconoce y explica la advocación a
Santa Bárbara en dos capítulos que tratan "De la compañía y congregación
de los artilleros bajo la devoción de la gloriosa Santa Bárbara".
Santa Bárbara virgen y mártir nació,
según la tradición, en Anatolia (actual Turquía) a comienzos del siglo III; de
joven se convirtió al cristianismo por lo que fue encerrada en su castillo por
su padre Dióscoro, que era pagano, para forzarla a la apostasía; al no
conseguirlo, le infligió toda clase de maltratos y torturas hasta terminar
decapitándola personalmente, momento en el que, en castigo a su maldad, fue
fulminado por un rayo, que algunos relatos hacen que destruya, además, la torre
en la que estaba presa la Santa.
Su festividad se celebra el día 4 de
diciembre, a pesar de que fue “jubilada” del Santoral católico en 1969 por el
Concilio Vaticano II, al considerar que no había suficientes pruebas
documentales que justificaran su “Hoja de Servicios” como tal.
Pero la realidad está muy por encima
de estas minucias burocráticas y, ante la Verdad con mayúsculas que representan
la Tradición y la Fe inmutable de la Cristiandad, las decisiones de las
jerarquías no tienen ningún poder, por lo que aún en nuestros días, doy fe, es
Santa Bárbara una de las santas cristianas más universales y populares, tanto entre
los católicos como entre los ortodoxos e incluso entre los herejes protestantes. Y ello se
aprecia, entre otras muchas razones, por la advocación de numerosas profesiones
que se acogen a su patronazgo, casi unánimemente a nivel mundial.
Entre ellas podemos citar a los
mineros, a los ingenieros de minas, a cuantos trabajan en la preparación de
explosivos o la fabricación de armas de fuego (como es el caso de los
ingenieros politécnicos españoles en su rama de armamento), a algunas marinas
como la italiana, a un gran número de los cuerpos de bomberos como los de
Francia y de Italia, de algunas poblaciones españolas y de la mayoría de las
naciones de Iberoamérica, sin duda a los agricultores que miran siempre al
cielo custodiando sus cosechas, así como, por supuesto, a la casi totalidad de
los artilleros del mundo cristiano e incluso de algunos países musulmanes.
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Letra del Himno a Santa Bárbara,
datado en 1877 como obra póstuma del compositor D. Antonio Oller y Fontanet
para el Cuerpo de Artillería, arma que en España se caracteriza entre otras muchas cosas por su especial amor por la Tradición, lo que le ha ocasionado su disolución por parte de diferentes gobiernos liberales a lo largo de la historia.
Este himno se canta en las tres misas del Solemne Triduo
que dedican siempre a su Patrona las unidades de Artillería de España y en la
misa que precede al acto militar del 4 de diciembre de cada año:
Al morir el valiente Artillero
defendiendo tenaz el cañón
dale ¡oh Virgen! sublime y piadosa
siempre amparo, consuelo y perdón.
Tú que aplacas la fiera borrasca
y del trueno el horrísono son
en tu solio bordado de estrellas
de tus hijos escucha la voz.
Y si un día Patrona te hicimos
del valiente Artillero Español
fue al pensar en tu Gloria que brilla
más radiante y pura que el sol.
Himno de Artillería:
marchemos siempre unidos, siempre
unidos
de la Patria, de la Patria,
de la Patria su nombre engrandecer, engrandecer.
Y al oír, y al oír,
y al oír del cañón el estampido, el
estampido
nos haga su sonido enardecer.
España que nos mira siempre amante
recuerda nuestra Historia Militar, Militar
que su nombre siempre suena más
radiante
a quien supo ponerla en un altar.
Su recuerdo nos conmueve con terneza,
dice Patria, dice Gloria, dice Amor,
y evocando su mágica grandeza,
morir sabremos por salvar su honor.
Tremolemos muy alto el Estandarte,
sus colores en la cumbre brillarán
y al pensar que con él está la
muerte,
nuestras almas con más ansia latirán.
Como la madre que al niño le canta
la canción de cuna que le dormirá,
al arrullo de una oración santa
en la tumba nuestra flores crecerán.
Marchemos unidos, marchemos
dichosos
seguros, contentos de nuestro valor
y cuando luchando a morir lleguemos
antes que rendidos, muertos con
honor.
Y alegres cantando el Himno glorioso
de aquellos que ostentan noble
cicatriz,
terminemos siempre nuestro canto
honroso
con un ¡viva Velarde! y un ¡viva
Daoiz!
Artilleros, Artilleros,
marchemos siempre unidos, siempre unidos
de la Patria, de la Patria,
de la Patria su nombre engrandecer, engrandecer.
Y al oír, y al oír,
y al oír del cañón el estampido, el
estampido
nos haga su sonido enardecer.
Orgullosos al pensar
en las hazañas realizadas con honor
por nuestra grey,
gritemos con el alma un ¡viva España!
y sienta el corazón un ¡viva el Rey!
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