Obviamente
no estoy de acuerdo con todo lo que expone el autor del opúsculo “Siete cosas
que Franco hizo bien”, y de hecho estoy en profundo desacuerdo con algunos puntos que resultarán evidentes para el reducido pero selecto grupo de lectores de mi bitácora.
Sin embargo he creído interesante reproducir aquí la introducción de la obra, que constituye un magnífico resumen de lo desarrollado por el autor en las siguientes treinta páginas.
Si nos abstraemos de las opiniones personales del autor, Ultano Kindelan Everett, que únicamente constituyen una pequeña parte de lo expuesto, estoy seguro que la visión esquemática de la obra del Generalísimo Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios, resultará a todos muy interesante.
De no ser así, mis disculpas a los agraviados, que tienen abierta, como siempre, la posibilidad de publicar cuantos comentarios civilizados consideren oportunos:
Sin embargo he creído interesante reproducir aquí la introducción de la obra, que constituye un magnífico resumen de lo desarrollado por el autor en las siguientes treinta páginas.
Si nos abstraemos de las opiniones personales del autor, Ultano Kindelan Everett, que únicamente constituyen una pequeña parte de lo expuesto, estoy seguro que la visión esquemática de la obra del Generalísimo Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios, resultará a todos muy interesante.
De no ser así, mis disculpas a los agraviados, que tienen abierta, como siempre, la posibilidad de publicar cuantos comentarios civilizados consideren oportunos:
Falta poco para que se cumplan cuarenta años de la desaparición de Francisco Franco Bahamonde, evento que, muchos de los que hoy tengan menos de cincuenta años imaginarán fue celebrado con inmensa alegría por la mayoría de los españoles, que veían por fin desaparecer al tirano, que según nos vienen repitiendo rutinariamente los medios desde hace años, oprimió y torturó a los españoles, especialmente a sus oponentes, durante su terrible dictadura.
Sin embargo, sorprendentemente no fue así. No hubo quemas de efigies, ni destrucción de estatuas, ni grandes manifestaciones de alegría, ni en España, ni en el extranjero. En cambio, los visitantes a la capilla ardiente donde se velaron sus restos, se contaron por cientos de miles.
Sin embargo, sorprendentemente no fue así. No hubo quemas de efigies, ni destrucción de estatuas, ni grandes manifestaciones de alegría, ni en España, ni en el extranjero. En cambio, los visitantes a la capilla ardiente donde se velaron sus restos, se contaron por cientos de miles.
Otro
hecho que posiblemente sorprenda a los que conocen a Franco, y al franquismo, solamente
a través de nuestros medios actuales, es que cuando los españoles recuperaron
su libertad política, y ejercieron su voto, no votaran mayoritariamente a favor
de los partidos que, supuestamente lideraron la lucha contra el dictador, el
PSOE y el PCE, sino que, prefirieron una opción, que se puede describir como
evolucionista, la opción de la UCD de Adolfo Suárez.
Esos
dos hechos, nos dicen que Franco no debió dejar tan mal recuerdo en muchos españoles,
ni su régimen tampoco. De hecho, creo que puedo afirmar sin faltar a la verdad,
que la mayoría de los españoles que vivieron bajo su régimen, reconocen que el balance
de su gestión, salvo en lo que a libertades políticas se refiere, fue rotundamente
positivo.
¿Por
qué? Preguntarán esos lectores, que no hayan cumplido los cincuenta años; ¿cómo
es posible que ese abominable dictadorzuelo no dejase un pésimo recuerdo?
Pues
porque Franco, durante los 38 años que rigió los destinos de España, hizo
algunas cosas, las fundamentales, bien. Y es hora de reconocerlo.

Sí,
repito, con total seguridad, pues desde principios de 1938 el Frente Popular
fue dominado por Moscú de forma cada vez más férrea. De haber vencido en la
guerra civil, ese Frente Popular no hubiese podido contener a Hitler, que con
gran probabilidad hubiese invadido España, convirtiéndola otra vez en un campo
de batalla, más sanguinario aún que la guerra civil. Y en el caso, poco
probable, que España no hubiese sido invadida, su destino hubiese sido la
dictadura comunista. Las dictaduras comunistas de la segunda mitad del siglo XX
en Europa, hacen que, los que vivimos bajo la de Franco, en comparación, nos
hayamos considerado muy afortunados.

-Lo
tercero que hizo bien, fue contener la inevitable represión que siguió a su victoria.
Es un hecho que, en la España de Franco, la represión no alcanzó, ni de lejos, el
nivel de los regímenes totalitarios conocidos. Fue mucho menor incluso que la
que aplicaron franceses e italianos al término de la 2ª Guerra Mundial a los colaboracionistas
con el nazismo. Además el Estado no eliminó la propiedad privada, ni monopolizó
la actividad económica, salvo en proyectos de gran envergadura, sino que procuró
el crecimiento de la inversión privada, tanto nacional como extranjera, evitando
también nacionalizar la banca.
Por
otra parte, si los vencedores hubiesen sido los frentepopulistas, ya totalmente
dominados por los comunistas, ¿hubiese sido la represión más moderada? El encarnizamiento
de estos contra sus compañeros de armas durante la guerra, bien documentado, y
los asesinatos a sangre fría de más de ocho mil religiosos durante la guerra
civil, no son precisamente un presagio de moderación en la eventualidad de una victoria
frentepopulista.
-Lo
cuarto que hizo bien fue evitar entrar en la Segunda Guerra Mundial, algo inmensamente
difícil dadas las deudas contraídas con Hitler y Mussolini. Un logro en el que,
si bien tuvo mucho que ver la suerte, también se debe sin duda a la astucia y prudencia
de Franco.

-Lo
sexto que hizo bien, fue declarar a España reino, y preparar a Juan Carlos de Borbón
para rey de España. Durante los casi 40 años de franquismo, el país cambió radicalmente,
y los españoles conseguimos dejar el odio atrás, como demuestra la ejemplar
transición política que desembocó en la Constitución de 1978. La visión de Franco
al seleccionar, preparar, y finalmente establecer a Juan Carlos como su sucesor
en la jefatura del estado “a título de Rey”, fue la pieza clave de una
estrategia de apertura gradual hacia un régimen democrático.

Las
siete realidades que acabo de reseñar, son las que hicieron que el fin de
Franco fuera sentido por la gran mayoría de los españoles. Lo cual no es
incompatible con un sentimiento de liberación, y de mayoría de edad, después de
tantos años de carencia de libertad política. Sentimiento de liberación
matizado por miedo a lo desconocido, o mejor dicho, a lo recordado. En
cualquier caso, tengo bien presente la ilusión con que recibimos la nueva etapa
que se abría con el fin del franquismo; pero no recuerdo rencores, ni ansias de
revanchismo.
¿Significaría
el fin de la dictablanda franquista, una vuelta al descontrol anárquico que terminó
con la Segunda República?
La
historia demuestra que no fue así, y la transición española permitió la
instauración de una monarquía democrática, que con todos sus defectos, ha
permitido décadas de estabilidad política, y el reconocimiento de España como una
democracia madura en el concierto internacional.
Ello
fue posible porque los españoles se habían reconciliado con ellos mismos,
después de casi cuarenta años de inanición política. Durante esos años, España,
y el mundo, habían cambiado para siempre, y el tiempo se encargó de mitigar el
dolor de la guerra y enterrar odios. Pero la opresión del franquismo, con los
años más bien latente que real, en ocasiones volvía a surgir, resaltando en
estos casos lo anacrónico de la dictadura, en un país cada vez más abierto y
cercano a Europa. Por ello, el futuro sin Franco, y sobre todo sin los
franquistas, se veía ilusionante y prometedor.

Esas
realidades, olvidadas hoy por muchos, son las que hicieron posible que el
proceso de transición a una monarquía democrática, tuviera lugar en un clima de
concordia y fraternidad ejemplares.
Antes
de terminar esta introducción, debo señalar, que una cosa es que Franco hiciera
cosas bien, y otra que fuera una persona dotada de cualidades excepcionales,
que le hicieran especialmente admirable, fuera de su demostrado valor, y
capacidad de mando.
Precisamente
fue esa falta de excepcionalidad, lo que forjó su perfil conservador y desconfiado.

Desde
su religiosidad, Franco interpretó su suerte como un don divino, y dedujo que Dios
le había señalado para salvar a España, algo de lo que murió convencido. De ahí
el manto de nacional catolicismo con que envolvió su régimen desde que asumió
la Jefatura del Estado. Ese nacional catolicismo fue realmente su única
ideología, y explica su actitud hacia el comunismo y la masonería, herejías que
se sintió con la divina misión de extirpar; así como su imposición de la
censura “moral”.
Por
lo demás, Franco fue un excelente militar, reconocido como tal por la Monarquía
y la República, dedicado a su trabajo, y sin intereses fuera de él. Recelaba
del mundo de la cultura por sus inclinaciones izquierdistas, así como de todo
tipo de ideología política incluida la fascista, como demuestra su tratamiento
de la falange. De su falta de carisma, podemos dar fe todos los españoles que
soportamos sus discursos, y de su astucia, y frialdad, todos los que le
trataron. Por otra parte, si no hubiera habido guerra civil, pocos recordarían
hoy a Franco
En
esta obra analizo esas siete cosas que Franco hizo bien, repasando la actuación
de Franco como Jefe de Estado español, desde que terminó la guerra civil hasta
su muerte, no con el ánimo de hacer un panegírico, sino de poner las cosas en
su sitio; que ya va siendo hora, pues Franco, nos guste a no, puso los cimientos
de nuestra democracia, y los puso muy bien.
Madrid,
Diciembre de 2103
ISBN
13: 978-84-941203-5-0
Título: Siete cosas que Franco hizo bien
Autor/es:
Kindelán Everett, Ultano
Lengua
de publicación: castellano
Edición:
1ª ed., 1ª imp.
Fecha
Edición: 01/2014
Publicación:
Marisol Kindelán
Descripción: 1 ePub
Materia/s:
BGH - Biografía: histórica, política y militar
Precio:
3,99 Euros
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