Algunas veces escuchamos a católicos hablar sin
conocimiento de causa sobre la fe, y decir muy convencidos bastantes
barbaridades. Parémonos un instante a pensar en nuestra fe católica, en estos
momentos iniciales del año de la fe que nuestro Sumo Pontífice ha decretado,
muy oportunamente, ante la evidencia de la falta de fe, no ya de la humanidad,
sino de los propios católicos de nuestros días.
La fe, como podemos leer en el párrafo del
catecismo en vigor, tiene siete características esenciales:
1.- Es un don de Dios. Por tanto es necesario
pedirle a Dios que nos conceda tener fe. Y es necesario acercar la fe a quién
no la tiene, para que conociendo el Evangelio desee obtenerla.
2.- Es necesaria para salvarse. Y no caben
interpretaciones. No basta con ser “buena persona”, no basta con hacer buenas
obras, es necesario creer en Nuestro Señor Jesucristo para salvarse. Y no es la
Santa Madre Iglesia la que lo dice, es el propio Jesucristo: “El que crea y se
bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.” Mc 16.
3.- Es un acto humano voluntario. La fe no violenta
nuestra humanidad, antes bien nos hace más hombres. Creemos en Jesucristo, que
es el hombre más perfecto. Y nuestra fe es plenamente racional, pues sólo
cuando la razón se desvirtúa o se desvía puede contradecir a la fe católica.
4.- Nuestra fe es verdadera, es la única fe
verdadera. No hay autoridad más alta que el propio Dios y es en Dios, el Dios
único y verdadero, en quien creemos. Dios no puede engañarse ni puede
engañarnos.
5.- Nuestra fe, si es auténtica, crece
permanentemente. No podemos nunca darnos por satisfechos con nuestra fe.
Debemos pedir siempre a Dios que nos la aumente. Debemos profundizar en ella,
estudiarla, orar, reflexionar. Dios es un océano de sabiduría en el que siempre
podemos llegar más lejos, nadar más adentro.
6.- La fe actúa por medio de la caridad, y como
Dios es amor, igualmente el católico que tiene fe debe hacer del mandamiento
del amor el centro de su vida. Si digo que tengo fe en Dios, a quién no veo, y
no amo a mis hermanos, a mi prójimo, al que veo, soy un mentiroso.
7.- Y finalmente la fe es la puerta del cielo, nos
hace entrever, pregustar el cielo. Cuando estemos junto a Dios en el cielo no
necesitaremos fe, veremos a Dios tal cual es y ya no será necesario creer en
Él, porque será evidente.
Otros hombres han creído o creen en dioses, en
muchos dioses, pero su “creer” no tenía ni tiene comparación posible con
nuestra fe. Nosotros no sólo creemos que Dios existe, algo que ni siquiera los
agnósticos se atreven a negar. Y tampoco nos contentamos con creer que Dios es
bueno y vela por nosotros, sus criaturas. Los católicos “creemos EN Dios”,
confiamos plenamente en Él, entregamos nuestras vidas en sus manos, con
confianza absoluta. Así debe ser nuestra fe.
¿Y en que creemos entonces? Sencillamente en esto:
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de
Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por nuestra
salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María,
la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del
Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire