mercredi 22 décembre 2010

Feliz Navidad


Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.

Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.

Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.

Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor.

El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre

Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace

Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»

Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.

María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.

Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

lundi 20 décembre 2010

Caveant consules ne quid detrimenti res publica capiat

Hace algunos días expresé mi decisión provisional de no hacer comentarios sobre la situación política actual en España, dado lo confuso de los acontecimientos. Sin embargo, poco a poco la cadena de sucesos, decisiones y noticias empiezan a recordarme situaciones conocidas.

Me acerco a la sección de clásicos de mi biblioteca y retomo algunos volúmenes que no abría hace muchos años.

Aún recuerdo la impresión que me causó la lectura de “Los negocios del señor Julio César”, de Bertolt Brecht, la primera vez que lo leí. Primera premisa recuperada: las verdaderas razones de los acontecimientos suelen permanecer ocultas deliberadamente, y normalmente son de índole económico. En concreto deudas.

De repente abro el periódico y veo a un vicepresidente del gobierno al frente de sus tropas en Afganistán, a la ministra de defensa al frente de las suyas en el Líbano, mientras el presidente del gobierno, supuestamente, permanece protegido en su palacio, y un intrigante y conocido populista, presidente del congreso y por tanto tercera autoridad del estado, se olvida de su obligación de neutralidad, irrumpiendo de nuevo en la escena pública.

De nuevo pienso en Cayo Julio César. Todo me recuerda los momentos previos a la Guerra Civil de la República de Roma en el año 49 a.C. Un triunvirato, César, Pompeyo y Craso, el Senado jugando un papel fundamental, cada cual al frente de sus legiones…

¡Y de repente, el 7 de enero del 49 a.C., el Senado proclama el estado de emergencia! Pompeyo tiene plenos poderes y César está fuera de la ley. ¿Dónde estaba el presidente del gobierno cuando el ministro de la presidencia, Ramón Jáuregui Atondo, firmó el Real Decreto 1673/2010, de 4 de diciembre, declarando el estado de alarma?

Decido revisar la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los Estados de Alarma, Excepción y Sitio, en concreto el artículo 11: “Limitar la circulación o permanencia de personas o vehículos en horas y lugares determinados, o condicionarlas al cumplimiento de ciertos requisitos. Practicar requisas temporales de todo tipo de bienes e imponer prestaciones personales obligatorias. Intervenir y ocupar transitoriamente industrias, fábricas, talleres, explotaciones o locales de cualquier naturaleza, con excepción de domicilios privados, dando cuenta de ello a los Ministerios interesados. Limitar o racionar el uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad. Impartir las órdenes necesarias para asegurar el abastecimiento de los mercados y el funcionamiento de los servicios y de los centros de producción afectados por el apartado D del artículo cuarto.”

Mientras me preparo un café para serenar un poco el ánimo, sigo leyendo el periódico y vuelvo a pensar en las deudas.

Leo con estupor que la semana pasada España colocó 1.782,47 millones de euros en obligaciones a 10 años con un interés marginal del 5,485% (un 18% más que la anterior emisión), y 618,67 millones en obligaciones a 15 años con una rentabilidad del 5,968%, un 31% más. En total, el Tesoro Público ha adjudicado 2.401 millones de euros en obligaciones a 10 y 15 años, y ha subido el interés al mayor nivel desde 1997.

En resumidas cuentas, que todos los recortes presupuestarios, las congelaciones y bajadas de salarios, la eliminación de subsidios a desempleados… no servirán para nada cuando haya que hacer frente al pago de los intereses crecientes de la deuda.

Se me ocurre que sólo queda una salida posible. Aunque ahora lo llamen “rescate” o “intervención europea”, históricamente siempre lo hemos conocido como política de condonación de deudas. Curiosamente otro asunto en el que Julio César estuvo acusado de participar ¡la conjura de Catilina!

No resulta complicado identificar al populista émulo de Catilina en la escena española actual, aunque por supuesto adaptándolo a la mediocridad reinante en nuestros días. De lo que realmente dudo es de la posibilidad de encontrar un Cicerón.

Cicerón en sus Catilinarias acusaba a los conspiradores de pretender destruir la República y, curiosamente, al pasar la página del diario leo que la comisión constitucional del congreso aprobó el viernes la revisión global de la Ley Electoral.

Vuelvo a sumergirme entre las páginas del diario para saber en qué consiste esta reforma, preparada por una subcomisión presidida por Alfonso Guerra, y leo: “Entre las novedades figura la exclusión de los residentes en el extranjero en las elecciones locales, la posibilidad de voto en urna en consulados y embajadas para los emigrantes, la desactivación del papel clave de los tránsfugas en las mociones de censura municipales, la mejora del sistema de concejo abierto que rige para los pequeños municipios o el adelantamiento del censo válido para unas elecciones evitando empadronamientos de conveniencia…”.

Tendría mucho que decir sobre cada medida, pero… ¿el principal problema legal en el desencadenamiento de la Guerra Civil en Roma no fue la imposibilidad de presentarse a las elecciones “residiendo” en el “extranjero”? Ya sé que no es lo mismo, pero se parece peligrosamente a la crisis que acabó con la República de Roma y convirtió a César en dictador.

Otro motivo de crisis en el 49 a.C. fue la resistencia a abandonar los cargos, a fin de seguir disfrutando de impunidad y evitar los juicios, lo cual me hace pensar de nuevo en Catilina, perdón, quise decir en José Bono Martínez.

Claro que tal vez me estoy equivocando de periodo histórico o la situación es más confusa de lo que parece, ya que hace tiempo que un tirano nos gobierna desde su palacio. Un tirano que controla el parlamento, dónde su formación política ocupa la mayoría de los asientos, que controla a los jueces, que quita y pone a su antojo, y controla el gobierno que, hasta la fecha, se ha compuesto únicamente de incompetentes aduladores de su líder.

El reparto gratuito de trigo, los festines públicos, los gladiadores y el circo, ya los hemos vivido. Pero ahora hay cuatro millones y medio de desempleados y las arcas del estado están absolutamente vacías.

Cierro por hoy el periódico y los libros de historia y le dedico algún tiempo a mis asuntos, mientras me ronda en la cabeza la idea de retirar mis modestos ahorros de mi cuenta bancaria, guardarlos en los bolsillos de mi chaqueta y esperar a ver quién es el primero en decidirse a cruzar el Rubicón.

PS: Cada vez que me he referido a un palacio, me he referido al de la Moncloa, nunca al de la Zarzuela. Y eso que la ley confiere a su inquilino, entre otras prerrogativas, el mando supremo de las Fuerzas Armadas, (y que su firma antecedía a la del ministro de la presidencia en el Real Decreto declarando el estado de alarma). Curiosidades.

samedi 18 décembre 2010

La mujer del César

Los programas electorales, las declaraciones públicas y, sobre todo, los hechos durante los años en que el presidente del gobierno español pertenecía al Partido Popular, deberían ser más que suficientes para que todos los católicos, incluidos los obispos, tuviesen meridianamente claras las implicaciones morales de votar a favor de las candidaturas de esta formación política liberal en los diferentes procesos electorales.

Y el que necesite refrescarse la memoria que lea, por ejemplo, este artículo periodístico del 2008:


En otro orden de cosas, aunque no soy partidario de polemizar con la vida privada de nadie, cuando hablamos de miembros destacados de formaciones políticas, la incoherencia (o en ocasiones precisamente la coherencia) entre lo que se predica o se pretende predicar, y lo que se hace, es motivo de escándalo manifiesto, dando lugar a espectáculos tan grotescos como los vistos durante la última campaña electoral en Cataluña (por ejemplo: La presidenta del PP catalán, madre soltera por inseminación artificial, contraria a que las parejas homosexuales adopten hijos porque “necesitan un padre y una madre”).

"Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio": Mc 10,11-12.

Catecismo de la Iglesia Católica: Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad por intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero) son gravemente deshonestas. Estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales heterólogas) lesionan el derecho del niño a nacer de un padre y una madre conocidos de él y ligados entre sí por el matrimonio. Quebrantan “su derecho a llegar a ser padre y madre exclusivamente el uno a través del otro” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 2, 4).

Algunos ejemplos significativos:

María Dolores de Cospedal, divorciada con un hijo que tuvo sola por inseminación artificial, está casada por lo civil con un divorciado con tres hijos de otro matrimonio anterior.

Como ya hemos dicho, Alicia Sánchez-Camacho, es madre soltera también por inseminación artificial.

Soraya Sáenz de Santamaría, casada también por lo civil, ha afirmado públicamente que no tiene costumbre de ir a misa.

Ana Mato es separada, creo, Esteban González Pons, divorciado con dos hijos, está vuelto a casar con una divorciada con tres hijos con la que ha tenido otro hijo, Gustavo de Arístegui es divorciado y vuelto a casar con una divorciada con dos hijos, de las bodas y amoríos de Francisco Álvarez-Cascos he perdido la cuenta,…

Que quede claro que lo traigo a esta bitácora solamente porque me revienta que los católicos españoles cifren sus esperanzas de regeneración nacional en una hipotética victoria electoral del Partido Popular, formación política abiertamente ANTICRISTIANA.

Por lo que respecta a los casos particulares, ni que decir tiene, sólo cabe caridad, y por eso termino con un extracto del documento teológico de base para el Congreso Eucarístico Internacional de Québec (30 de julio de 2006):

LA EUCARISTÍA: DON DE DIOS PARA LA VIDA DEL MUNDO
La familia, Iglesia doméstica, para una civilización del amor

“La Eucaristía es la fuente misma del matrimonio cristiano. En efecto, el sacrificio eucarístico representa la alianza de amor de Cristo con la Iglesia, en cuanto sellada con la sangre de la cruz. Y en este sacrificio de la Nueva y Eterna Alianza los cónyuges cristianos encuentran la raíz de la que brota, que configura interiormente y vivifica desde dentro, su alianza conyugal. En cuanto representación del sacrificio de amor de Cristo por su Iglesia, la Eucaristía es manantial de caridad. Y en el don eucarístico de la caridad la familia cristiana halla el fundamento y el alma de su «comunión» y de su «misión», ya que el Pan eucarístico hace de los diversos miembros de la comunidad familiar un único cuerpo, revelación y participación de la más amplia unidad de la Iglesia; además, la participación en el Cuerpo «entregado» y en la Sangre «derramada» de Cristo se hace fuente inagotable del dinamismo misionero y apostólico de la familia cristiana”.

La misión específica de la familia es encarnar el amor y ponerlo al servicio de la sociedad. Amor conyugal, amor maternal y paternal, amor fraterno, amor de una comunidad de personas y de generaciones, amor vivido en el signo de la fidelidad y de la fecundidad de la pareja para una civilización del amor y de la vida. Para que este testimonio alcance concretamente la vida de la sociedad, la Iglesia llama a la familia a frecuentar asiduamente la misa dominical. Ya que es bebiendo de esta fuente de amor que la familia protegerá su propia estabilidad. Aún más, fortaleciendo así su conciencia de ser Iglesia doméstica, participará más activamente en el testimonio de fe y de amor que la Iglesia encarna en el corazón de la sociedad.

Este testimonio de Iglesia doméstica esta marcada en nuestro tiempo por el signo de la cruz, por ejemplo cuando uno de los esposas es infiel a su compromiso o cuando uno o varios de los hijos abandonan la fe y los valores cristianos que los padres trataron de trasmitirles, o bien cuando las familias se dividen y reconstruyen después de un divorcio y de un nuevo matrimonio. Por estas experiencias dolorosas, Cristo llama al esposo abandonado, a los hijos heridos, a los padres lastimados a participar de una forma especial en su propia experiencia de muerte y resurrección. Las situaciones difíciles y complejas de las familias hoy en día invitan a los pastores a tener mucha “caridad pastoral” para poder acoger a todas las familias y a animar a aquellas que viven en situaciones irregulares a participar a la eucaristía y a la vida de la comunidad, incluso si no pueden recibir la sagrada comunión.

mardi 14 décembre 2010

What’s wrong with our World?

“La sociedad humana, venerables hermanos y queridos hijos, tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres, iluminados por la verdad, a comunicarse entre sí los más diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes; a desear los bienes del espíritu; a disfrutar en común del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones; a sentirse inclinados continuamente a compartir con los demás lo mejor de sí mismos; a asimilar con afán, en provecho propio, los bienes espirituales del prójimo. Todos estos valores informan y, al mismo tiempo, dirigen las manifestaciones de la cultura, de la economía, de la convivencia social, del progreso y del orden político, del ordenamiento jurídico y, finalmente, de cuantos elementos constituyen la expresión externa de la comunidad humana en su incesante desarrollo.”

PACEM IN TERRIS
CARTA ENCÍCLICA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
“Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.”

Como dice a este respecto el Catecismo de la Iglesia Católica: “La inversión de los medios y de los fines, lo que lleva a dar valor de fin último a lo que sólo es medio para alcanzarlo, o a considerar las personas como puros medios para un fin, engendra estructuras injustas que “hacen ardua y prácticamente imposible una conducta cristiana, conforme a los mandamientos del Legislador Divino” (Pío XII, Mensaje radiofónico, 1 junio 1941).”

Porque no se trata de paliar las terribles consecuencias de la política social autodestructiva que padecemos. Se trata de buscar sus causas últimas, de localizar el foco de la enfermedad y erradicarlo.

He leído el último articulito en The Wall Street Journal de José María Alfredo Aznar López, el antiguo falangista radical que llegó a ser el cuarto presidente del gobierno de la “democracia juancarlista”, hijo del propagandista de Falange Manuel Aznar Gómez Acedo y nieto de Manuel Aznar Zubigaray, que se afilió también a Falange Española durante el Alzamiento Nacional de 1936, tras haber pertenecido al Partido Nacionalista Vasco (PNV). Sin comentarios. En realidad es absurdo atacar a alguien por cambiar de opinión, cuando lo criticable es no tratar a lo largo de toda la vida de mejorar nuestros puntos de vista a través del estudio, la reflexión, el diálogo…

Lamentablemente sospecho que en la mayoría de los casos, aunque aparentemente las ideas “evolucionen”, lejos de encontrarnos con émulos de San Agustín, lo que vemos se parece más al famoso chiste gallego:

“Santiago le dice a su amigo Pepiño: lo tuyo no tiene nombre rapaz. Primero fuiste radical, después te afiliaste al socialismo de Casares, más tarde estabas en la derecha de Calvo Sotelo, cuando el Alzamiento asegurabas ser falangista, y ahora te hiciste del PSOE. ¡Pepiño! ¡Tú cambias continuamente de idea! No lo creas (contestó Pepiño), mi idea de siempre es ser concejal…”

Nada que objetar a lo expuesto por el presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales en la gaceta oficial del liberalismo capitalista radical (añadiría judeo-masónico pero hoy estoy especialmente sosegado). Sin duda es cierto que la situación de nuestra Patria es desesperada y exige perentoriamente medidas drásticas.

Pero no es ese el problema. Y un cambio de gobierno, con ser necesario, no lo solucionará. La respuesta a la pregunta del título de su artículo, “What’s wrong with Spain?”, no se encuentra en lo expuesto en su contenido.

Incluso leyendo entre líneas sus criticas al desarrollo de la estructura del estado, el análisis es corto y timorato. Con ser un grave problema, el sistema político no es la raíz del problema, si no tan sólo su primera manifestación.

El mejor sistema teóricamente posible, sería inútil en manos de hombres que no estuvieran convencidos de lo que Su Santidad Juan XXIII nos decía en el párrafo con el que empieza esta entrada.

Por eso sinceramente creo que es tiempo de rasgar los corazones y no las vestiduras.

Hoy más que nunca es hora de redoblar esfuerzos en pro del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo, de no escatimar esfuerzos en nuestra reivindicación de una sociedad fundamentada en los valores de nuestra Tradición, la única y verdadera tabla de salvación en este naufragio.

Por supuesto que luchamos por un Estado Católico Confesional, que nadie se avergüence de decirlo en voz alta y clara. Por supuesto que queremos un Rey que gobierne por la Gracia de Dios, cuya única meta sea la felicidad de sus súbditos y la mayor Gloria de Dios y de su Iglesia. Por supuesto que queremos una sociedad gobernada por sus instituciones propias, tradicionales y naturales, con gobernantes movidos por el deber y la responsabilidad, sin temor a encuestas, opiniones “públicas” interesadas o réditos electorales a corto plazo.

Sabemos que la lucha será dura y la espera larga, no nos importa. El futuro nos pertenece.

Como reza también el Catecismo de la Santa Madre Iglesia: “El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado "con gran poder y gloria" (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino aún es objeto de los ataques de los poderes del mal (cf. 2 Ts 2, 7), a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1 Co 15, 28), y "mientras no [...] haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios" (LG 48). Por esta razón los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20; cf. 1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).”

“Cristo afirmó antes de su Ascensión que aún no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesiánico esperado por Israel (cf. Hch 1, 6-7) que, según los profetas (cf. Is 11, 1-9), debía traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio (cf Hch 1, 8), pero es también un tiempo marcado todavía por la "tribulación" (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta también a la Iglesia (cf. 1 P 4, 17) e inaugura los combates de los últimos días (1 Jn 2, 18; 4, 3; 1 Tm 4, 1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. Mt 25, 1-13; Mc 13, 33-37).”

jeudi 9 décembre 2010

Árboles de Navidad y otros asuntos

La situación política de España en estos momentos podría ser calificada de “extremadamente interesante”, por cuanto la gravedad de los males que desde hace años la asolan ha llegado a un punto que, sin temor a equivocarnos, resulta de “vida o muerte”.

Sin embargo, y aunque me asalta desde hace días la tentación de escribir al respecto, creo sinceramente que las aguas andan demasiado revueltas para ver nada con la claridad necesaria para una reflexión serena.

Por otro lado, el tiempo litúrgico en el que nos encontramos, el Adviento, es de una importancia capital, y sinceramente, me apetece mucho más escribir sobre algo tan esperanzador como la Parusía, que sobre la sucia ciénaga en que se ha convertido la política patria.

En resumidas cuentas, pese a quien pese, vivir la espera de la celebración de la primera venida de Dios a la Tierra, la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, es la mejor y más conveniente manera de preparar la espera de su segunda venida, el fin de los tiempos, la Parusía, según nos muestran las Sagradas Escrituras.

Todos los que aún reflexionamos sobre el sentido de nuestras palabras cuando recitamos el Credo en la Santa Misa, “y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin”, o al declarar que “anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”, entendemos nuestra existencia como una espera confiada.

Si bien, en lo fundamental, el mejor consejo para vivir verdaderamente cualquier aspecto de nuestra Fe, sería “liturgia, liturgia, liturgia”, también es cierto que, al contrario de lo que predican los actuales falsos profetas, la religión no puede encerrarse en los templos o en el secreto de la intimidad personal, ya que su fuerza y veracidad inundan, invaden e impregnan hasta el último resquicio de nuestro ser. Por ello la celebración del Adviento, uno de los tiempos más fuertes del Calendario Litúrgico, debe llenarse, como enseña la Tradición, de signos externos de profundo significado.

Hoy quiero abrir una reflexión sobre uno que en tiempos suscitó cierta polémica entre los tradicionalistas patrios, el Árbol de Navidad.

La absurda polémica que lo enfrentaba a nuestros queridísimos “nacimientos” o “belenes”, ha ensombrecido esta piadosa costumbre, cuyo origen atribuimos a San Bonifacio, el Apóstol de los Germanos.

Para no extenderme demasiado, presentaré en unas pinceladas el sentido que San Bonifacio concedió al Árbol de Navidad, en su evangelización de los pueblos germánicos del este del Rin.

Se trata en general de un abeto o similar, árbol de hoja perenne, que por tanto simboliza la eternidad. El famoso “villancico” alemán “O Tannenbaum” lo deja muy claro en su primera estrofa (“O Tannenbaum, o Tannenbaum, wie treu sind deine Blätter! Du grünst nicht nur zur Sommerzeit, nein, auch im Winter, wenn es schneit. O Tannenbaum, o Tannenbaum, wie treu sind deine Blätter! ”), que podríamos traducir como “¡Oh abeto!, ¡cuán fieles son tus hojas!, verdes no solamente en verano, sino también en invierno cuando nieva”.

Como árbol, es signo también del Árbol del Bien y del Mal, de cuya fruta prohibida comieron nuestros primeros padres provocando la expulsión del Paraíso, y de aquel cuyos maderos sirvieran para construir el trono desde el que reina Nuestro Señor Jesucristo y el origen de nuestra salvación, la Cruz.

Por eso sus primeros “adornos” fueron manzanas, fruta que la Tradición identifica con la que Eva ofreciese a Adán a instancias de Satanás, combinadas con velas, en representación de Jesucristo, la Luz del Mundo.

No puedo evitar un pequeño paréntesis en este punto, al hablar de “La Luz del Mundo” que es el título del librito en que Peter Seewald ha plasmado seis horas de entrevistas con el Santo Padre Benedicto XVI y que estoy leyendo todo lo reposadamente que las circunstancias me permiten.

La lectura del anterior volumen, “La Sal de la Tierra”, me resultó de muchísima utilidad en su día, y cada vez que lo consulto como ayuda a mis reflexiones, ilumina y clarifica mis ideas.

Sin duda unas lecturas más que recomendables en los tiempos que corren.

En lo referente a las torpes conclusiones periodísticas, centradas en absurdas y obsesivas “pontificaciones” sobre las excelencias de los preservativos, mejor ni hablar.

Retomando el asunto del Árbol Navideño, las manzanas son hoy en día esferas de colores y las velas normalmente luces eléctricas. Lo importante es ser consciente de su verdadero significado y tratar de transmitirlo y explicarlo correctamente a las nuevas generaciones, a fin de que la tendencia relativista que trata de transformar la Navidad en lo que no es, la fiesta del consumo desenfrenado y la alegría superficial sin sentido ni profundidad, les termine engañando y arrebatándoles el legado que tienen derecho a recibir.

dimanche 5 décembre 2010

San Nicolás

Después de una temporada “dura”, en lo profesional y en lo personal, hoy por fin tengo un rato tranquilo para escribir algo.

Este segundo fin de semana del Adviento es un fin de semana intenso en cuanto a celebraciones. Antes de ayer San Francisco Javier, ayer Santa Bárbara, hoy hemos encendido la segunda vela de nuestra corona de Adviento y mañana San Nicolás.

El día de San Nicolás marca en cierto modo que la Navidad está ya un poco más próxima.

San Nicolás, obispo de Myra, conocido como Nicolás de Bari, pues sus restos fueron trasladados allí tras la invasión musulmana de lo que hoy conocemos como Turquía, es una figura cristiana tradicional muy interesante.

Combatiente contra la herejía arriana en el Concilio de Nicea, las leyendas sobre San Nicolás son múltiples, como corresponde a su justa fama en todo el orbe cristiano, aunque algunas de ellas están más extendidas y son las que han hecho inmortal y tradicional su memoria.

Se cuenta que en una ocasión, conmovido por la desgracia de tres hermanas a punto de ser vendidas para que su familia pudiese subsistir, subió al tejado y arrojó unas monedas por la chimenea de la casa, a fin de que su limosna permaneciese anónima. Las monedas cayeron en las medias que las muchachas habían tendido junto al fuego para secarlas, y sirvieron de dote a las desgraciadas jóvenes, que pudieron casarse según su voluntad.

La segunda de las leyendas más conocidas de San Nicolás nos habla de tres niños perdidos en la noche, que encuentran refugio en casa de un hostelero o carnicero, que una vez dormidos los sacrifica empleando sus cuerpos para hacer carne ahumada.

San Nicolás llega algún tiempo después a la casa del asesino y pide algo de comer al malvado hostelero, solicitándole la mejor carne en conserva que tenga. Al servírsela al santo, éste devuelve a la vida milagrosamente a los niños, que creen despertar del sueño en que cayeron la noche en que llegaron a la casa.

Se dice que San Nicolás realmente introdujo la costumbre de hacer regalos por Navidad, en conmemoración del mayor regalo que el hombre ha recibido en la historia, el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Por eso es posible, al menos así lo esperan mis hijos, dos de los cuales acaban de celebrar su santo, que mañana San Nicolás les deje algún pequeño regalo. Así este fin de semana, en el que tradicionalmente montamos nuestra “crèche” de “santons de Provence”, será aún un poco más feliz, en espera de la felicidad completa que en breve nos traerá la Navidad.