Ayer tuve un día especialmente duro y, después de cenar y acostar a los niños, no me quedaban fuerzas ni para abrir uno de los libros que tengo a medias de leer.
A mi mujer le sucedía lo mismo, por lo que decidimos ponernos una película en la televisión.
Opté por “La Rafle”, que tenía grabada desde hacía unos meses, en su versión original en francés. Aunque no estoy seguro, creo que no se ha estrenado en España.
Como ya hablé de la película en esta bitácora cuando se estrenó en Francia, no insistiré en su importancia, pero si en un par de detalles.
El tema fundamental de la película es la colaboración de las autoridades y la policía francesas en la deportación de judíos con destino a campos de exterminio durante la ocupación alemana.
En una escena en la que Adolfo Hitler conversa sobre el tema con uno de sus subordinados, el líder de la Alemania nacionalsocialista afirma que “la cuestión judía” está resultando sorprendentemente mucho más sencilla de tratar con los franceses, que con españoles e italianos.
Mientras tacha a los “latinos” de sentimentales, y por ello inferiores a los germanos, afirma que en concreto Francisco Franco se niega a colaborar en este asunto, defendiendo con firmeza a cada judío.
Una interesante escena, que supongo bien documentada en una película caracterizada por su respeto a los hechos históricos, y que unida al antisemitismo de nuestras actuales autoridades políticas, supongo que impedirá o restringirá la distribución de este largometraje en nuestra Patria.
La película no escatima crudeza en la descripción de los hechos y, como señalé cuando se estrenó, ha provocado una verdadera ola de “memoria histórica” entre los galos.
A mi mujer, que bañada en lágrimas no hacía más que preguntarme si realmente aquello sucedió, le costaba, igual que a mí, imaginar que algo semejante hubiese sucedido en París.
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