A veces las circunstancias parecen empeñarse en decirme algo. Tengo la sensación de que mis ideas se aclaran en medio de la confusión. Intento mantener la mente abierta y escuchar.
Como en otras ocasiones, un comentario de mi hijo mayor enciende la chispa. “Papá, cuando decías que las cosas en España estaban tan mal, que la situación era catastrófica, no pensaba que fuera tan cierto, tan evidente…”, “¿por qué lo dices?”, “me he enterado de que el presidente del gobierno no quiso ver el Papa cuando vino a España hace unos días, y huyó al otro extremo del mundo”, “así es”, “¡y que incluso se permite en ocasiones contradecir a Jesucristo!”, “¿qué?”, “dicen que dijo que Jesucristo se equivocó al decirnos que la Verdad nos haría libres, porque, según Zapatero, es la libertad lo que hace ser verdaderos”.
Ciertamente la inspiración diabólica de las palabras del presidente del gobierno, que resulta evidente en la mente de un niño, por alguna razón no despierta las mentes dormidas de los católicos adultos.
Dijo Jesucristo: "Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres", según leemos en el Evangelio de San Juan.
"Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?" Jesús les respondió: "En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres."
Dar la vuelta a las divinas palabras del Salvador, llamar libertad al pecado, para esclavizar a los hombres, confundiendo las almas cándidas para que no conozcan la Verdad, y consideren con relativismo deshumanizante que “cada cual tiene su verdad” o sandeces por el estilo, sólo puede ser obra de Satanás.
Curiosamente, sin saber muy bien por qué, decidí colocar presidiendo esta bitácora una cita del Apocalipsis, también de San Juan, «Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca.» Apocalipsis 3: 15.
Esta mañana el sacerdote que oficiaba la misa en mi parroquia, tratando de aclarar a los más pequeños el concepto de “Cristo Rey” y porqué decimos “venga a nosotros tu Reino”, ha mencionado el cuadro de William Holman Hunt, “La luz del Mundo”. En el cuadro se ve a Jesucristo, en medio de la noche, con un farol en la mano y llamando a una puerta cerrada, que no tiene pomo.
La explicación dada por el propio pintor es que la puerta representa el corazón del hombre, que sólo puede ser abierto desde dentro.
El pasaje que inspira la obra pertenece también al Apocalipsis, y no está lejos del que escogí para mi bitácora, «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo» Apocalipsis 3: 20.
Hace algunos años mi mujer y yo visitamos una exposición de cuadros de pintores de la escuela conocida como Hermandad Prerrafaelita, a la que perteneció William Holman Hunt, y desde entonces es un movimiento pictórico que nos ha interesado.
Las homilías de nuestro actual párroco suelen ayudarme mucho a reflexionar sobre las escrituras, empleando ejemplos que, en ocasiones, parecen disparatados en un primer momento.
No sé si tendrá algo que ver que mi parroquia, a pesar de que la iglesia sea uno de esos horribles edificios modernos, que más parecen un taller mecánico que un templo, se encuentra bajo la advocación del más importante adversario del gnosticismo del siglo II.
Como le he dicho finalmente a mi hijo, acudir a misa y escuchar durante años las mismas lecturas, no produce de modo automático la comprensión de toda la profundidad de la sabiduría encerrada en cada frase. Es necesario estudiar, leer, reflexionar, orar. La primera frase de la Biblia, "Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios”, ha hecho y hace reflexionar a muchos filósofos y teólogos durante toda su vida.