dimanche 14 novembre 2010

Si alguno tiene oídos para oír, oiga

Al oír a algunos que hablaban sobre la belleza de las piedras que adornaban el templo y su ornamentación, dijo:
- Llegarán días en que todo lo que contempláis lo derribarán sin dejar piedra sobre piedra.
Entonces le preguntaron:
- Maestro, ¿cuándo será eso? ¿cuál será la señal de que esas cosas están a punto de suceder?
El contestó:
- Estad atentos, para que no os engañen. Porque muchos vendrán alegando mi nombre y diciendo: “Yo soy; y ha llegado la hora”. No vayáis tras ellos. Y cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os asustéis porque es preciso que eso suceda antes, pero el fin no vendrá en seguida.
Les dijo además:
- Se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino. Habrá grandes terremotos y, en diversos lugares hambres, pestes, y en el cielo señales grandes y terribles.
Pero antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os arrastrarán a las sinagogas y a las cárceles, y os harán comparecer ante los reyes y gobernadores por causa de mi nombre, dándoos oportunidad para dar testimonio.
Haceos el propósito de no preparad vuestra defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a los que no podrá resistir ni contradecir ninguno de vuestros adversarios.
Hasta vuestros padres, hermanos, parientes y amigos os entregarán y harán morir a algunos de vosotros. Todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza se perderá.

Con vuestra perseverancia ganaréis vuestras vidas.
 

(Lc. 21,5-19)

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