lundi 6 mai 2013

Marcel Lefebvre, breve semblanza (III)

... Los diversos episcopados y congregaciones en el mundo, seguían de tumbo en tumbo, con innovaciones litúrgicas y teológicas, pérdida de fieles y secularización de sus instituciones y disciplinas ...

En Roma se llamó aún más al error y escándalo de los fieles; en 1986, se celebró una reunión ecuménica, en Asís, en donde el Papa se reunió a hacer oración por la paz con líderes de otras religiones (algunos ni siquiera monoteístas).

Con esto muchos fieles cayeron (hasta hoy) en el error que todas las religiones tienen el mismo dios y el mismo valor salvífico; error que incluye además una afrenta a la Santísima Trinidad, único Dios verdadero, pues se le pone al mismo nivel de dioses tan falsos como inexistentes; lo mismo se aplica a la fe católica, la verdadera fe, puesta al mismo nivel que el error de cismáticos y herejes, e incluso de religiones falsas y otras ni siquiera monoteístas o con una idea trascendente de la divinidad. Este Encuentro de Asís provocó una molestia en los fieles tradicionalistas y muchos de ellos presentaron sus reparos; monseñor Lefebvre, de 80 años ya, se opuso a este encuentro, denunciando la confusión y escándalo que despertaría en los fieles sencillos, lo que le alejó más de los obispos en el mundo y le granjeó una mayor antipatía desde Roma.

No obstante su espíritu siempre se mantuvo fuerte, Monseñor ve como sus fuerzas físicas decaen y su tiempo en este mundo se acababa, por lo que se le acaba el tiempo para nombrar un sucesor en el episcopado que garantice la continuación de su obra de sostén de la Tradición Católica. Tras una serie de reuniones con autoridades romanas, durante cuyo transcurso se le aseguró que el Papa Juan Pablo II no se oponía, en principio, a darle un sucesor, se bosquejó un proyecto de acuerdo. Pero tan pronto como estampó su firma en el documento, el entonces cardenal Ratzinger le envió un subalterno para solicitar de él una carta pidiendo perdón al Papa por lo que había hecho. Ante esta petición, que desconocía el acuerdo y llamaba a Monseñor Lefebvre a "renegar" de su obra a favor de la Tradición, se negó a hacerlo, en el entendimiento que no se puede ni debe pedir perdón por «hacer lo que debe hacerse.» Lefebvre se desdice del acuerdo y poco después, remitiéndose a aquella seguridad que se le había dado de que el Papa no se oponía a darle un sucesor, decide consagrar 4 obispos escogidos de entre miembros de su congregación: los padres Bernard Fellay (suizo), Alfonso de Galarreta (hispano-argentino) , Richard Williamson (inglés, converso del anglicanismo) y Bernard Tissier de Mallerais (francés).

El Vaticano le negó el permiso que ya antes había dado para la ordenación, pero monseñor Lefebvre viéndose anciano, con la muerte cercana y ante el estado de necesidad en la Iglesia, decide realizar la consagración episcopal a estos cuatro sacerdotes.

Amparados en un punto del nuevo código que prohíbe las consagraciones episcopales sin mandato pontificio (CIC 1382), el papa Juan Pablo II excomulga a Monseñor Lefebvre, al obispo coconsagrante y a los ordenados y presentando el acto como cismático.

Desde ahí el progresismo y el neoconservadurismo de la Iglesia acusaban a Monseñor Lefebvre y a sus seguidores de cismáticos, afirmando que estaban fuera de la Iglesia. No obstante esto, no existía ningún fundamento teológico para hablar de cisma (lo que requiere una intención formal) y el mismo Vaticano aclaró en varias ocasiones que en este caso no se podía hablar de cisma, si no sólo de situación canónica irregular, y que la Fraternidad está dentro de la Iglesia.

No se podía hablar de cisma, pues no existía la intención formal de separarse de Roma, antes bien, la posición de Monseñor Lefebvre y de la Fraternidad San Pío X ha sido siempre de obediencia y sujeción al Romano Pontífice en todo lo que es magisterio infalible, aunque resisten las orientaciones pastorales que se han realizado después del Concilio Pastoral Vaticano II, cosa que por sí misma no constituye negación de ningún dogma de fe. El problema entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pío X es, por tanto, de materia disciplinar, no dogmática…

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