Volver a insistir en que nos encontramos ante un crimen horrendo, parece inútil. Y las aparentemente bien intencionadas iniciativas para movilizar a la sociedad ante esta aberración, contribuyen a confundir aun más al pueblo de Dios.
Someter el asesinato de inocentes a referéndum, impugnar el voto de un senador socialista, dueño de centros criminales abortistas de pago y además miembro de ETA, son iniciativas tan absurdas como las declaraciones que leí ayer del embajador español ante la Santa Sede, un tal Francisco Vázquez, que espero borrar de mi memoria lo antes posible, sumergiéndome en la lectura del libro sobre los Apóstoles y los primeros discípulos de Cristo, recopilación de las catequesis del Santo Padre al respecto, que es otro de los libros que tengo actualmente en la mesilla y recomiendo encarecidamente.
Prefiero distraer un poco la atención hacia la noticia de que un tal Nacho Uriarte, presidente de Nuevas Generaciones del Partido Popular, diputado y miembro de la comisión de Seguridad Vial del Congreso, fue sorprendido el pasado viernes en un control de tráfico, cuando el coche que conducía se vio implicado en una colisión con otro turismo en el centro de Madrid, con una tasa de alcoholemia superior a la permitida.
Me importa un rábano si el mozalbete, de 29 años de edad, dimite de su cargo o continua viviendo a expensas del erario público. Uno más al fin y al cabo.
La reflexión que me interesa es más la de la virtud cívica ejemplar exigible a un cargo público.
O tempora, o mores, que diría Marcus Tullius Cicero, que él si que fue un senador ejemplar y virtuoso, aparte de jurista, político, filósofo y escritor, independientemente del grupo político romano de los tiempos gloriosos de la república al que uno sea más afín.
¿Cómo se puede esperar nada bueno de una sociedad cuyos próceres son únicamente ejemplo de corrupción, vicio, degeneración moral absoluta...? ¿Y el modelo de juventud que proponen las organizaciones políticas está representado por niñatos como éste o como los que acuden, no todos los días, a las universidades privadas carísimas, con los ojos ensangrentados por la cocaína de la noche anterior? Del modelo que proponen otras formaciones políticas mejor ni hablar.
Como no puede ser de otra manera, sólo nos cabe rogar a Nuestro Señor Jesucristo que nos conceda valentía para denunciar la degeneración en toda ocasión y defender la verdad sin miedo ni vergüenza.
Cada vez que lo hagamos y sintamos a nuestro alrededor esa mirada mezcla de extrañeza y conmiseración, sentiremos que seguimos en el buen camino, el único que queremos seguir.
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