... Ahora bien, cualquier
instauración del papel de los Cuerpos Intermedios exige su institucionalización
política. Aunque el Estado moderno sí tiene la obligación, como ya he dicho, de
devolver a la sociedad lo que es propiamente suyo, no puede hacerlo simplemente
lavándose las manos y abdicando su responsabilidad para con el bien común; al
contrario, debe deshacer lo malo de estos últimos siglos a través de compartir
la responsabilidad pública con organismos intermedios que de verdad han salido
desde abajo. Cualquier éxito en el futuro para los Cuerpos Intermedios necesita
una espontaneidad creada dentro de la misma sociedad. Tenemos delante de
nosotros el ejemplo medieval.
El éxito enorme de las
instituciones autónomas en aquel entonces manó precisamente de su carácter
espontáneo. El Estado puede fomentar un ambiente propicio para la instauración
política de estos organismos, empezando desde la familia, pasando por el
Municipio, el sindicato y terminando por la región o la provincia con
personalidad propia, con fueros. Lo que el Estado nunca debe hacer es instaurar
desde arriba, ahí tenemos el camino hacia el fracaso. Tal acción quitaría el
carácter espontáneo, democrático podríamos decir, popular, sin el cual los
Cuerpos Intermedios nunca podrían funcionar. Lo que estoy diciendo no va a ser
fácil de actualizar; por un lado necesita un gobierno cauteloso del poder
enorme heredado por la Revolución Francesa, por el otro lado necesita de
hombres con iniciativa y responsabilidad cristiana.
La etapa del desarrollo de la
técnica de hoy está llevándonos hacia una etapa de descentralización de la
industria y en el orden social. El mundo ha llegado a un punto tan centralizado
que no puede ir más allá en el mismo camino. La técnica misma, sobre todo la
técnica nueva, basada no en la máquina sino en la electricidad, está haciendo
que las empresas y hasta los mismos gobiernos se descentralicen. Por lo tanto,
los gobiernos y los hombres, con tal de que sean cristianos de verdad, pueden contar
con la técnica en cualquier intento de instaurar una red de organismos libres y
autónomos. Además, la tendencia hacia la masificación en el mundo de hoy puede
frenarse debido a la misma técnica nueva.
Estamos viviendo, entonces, en la
última etapa del liberalismo centralizado o vamos al caos, o vamos a una
estructuración nueva del Occidente cristiano.
La Edad Moderna está acabándose,
tal y como el Imperio Romano se acabó en el siglo quinto. Hay dos posibilidades
para la civilización occidental: o esclavitud capitalista-marxista que prolongaría de una
manera reaccionaria la agonía del Estado liberal, o un florecimiento nuevo del
principio que tiene un valor eterno. Hay un refrán viejo que simboliza el orden
público cristiano: "in necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus
caritas" —en lo necesario unidad, en lo contingente libertad, en todo
caridad—.
Para conseguir esa armonía de
unidad, dentro de diversidad en los pueblos, hace falta reconocer que el centro
de la autoridad no se encuentra en el Estado, tampoco en el pueblo, sino en
Dios, por su hijo Cristo, único Soberano del orden social.
LA EVOLUCION DE LOS CUERPOS INTERMEDIOS, FEDERICO D. WILHELMSEN, Profesor de Filosofía en la Universidad de
Dallas. Texas (U. S. A.). (Extraído de la revista Verbo)
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