Este muchacho escribe mucho mejor artículos de opinión, reflexión o ensayo que novelas, sin duda.
Tres negaciones
Por Juan Manuel de Prada
(ABC, 11 de febrero de 2013)
Una negación, reflexiona Donoso, llama infaliblemente a la siguiente, lo mismo en el orden religioso que en el político.
Al comienzo de su Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, Juan Donoso Cortés afirma su convicción de que detrás de toda cuestión política subyace un problema teológico. En un célebre discurso, pronunciado el 30 de enero de 1850 y considerado una de las más memorables piezas de la oratoria parlamentaria de todos los tiempos, el mismo Donoso ejemplifica esta íntima conexión de las cuestiones políticas y teológicas analizando los males que aquejan Europa, cuya razón última es a su juicio la disolución de «la idea de la autoridad divina y de la autoridad humana».

A partir de aquí, Donoso describe cómo el proceso de disolución va minando las afirmaciones enunciadas; y como la negación de las afirmaciones políticas viene siempre precedida por una negación en el orden religioso. Primeramente, llega el deísta y niega la tercera afirmación, diciendo: «De acuerdo, Dios existe, Dios reina, pero está tan alto que no puede gobernar las cosas humanas». A esta negación de la providencia divina del deísta se corresponde la negación del progresista, que concluye: «De acuerdo, el rey existe, el rey reina, pero no gobierna». Una vez aceptadas las negaciones del deísta y del progresista llegan -también de la mano- el panteísta y el republicano. Negada la providencia divina por el deísta, el panteísta se lanza a negar la existencia personal de Dios: «De acuerdo, Dios existe -nos dice-, pero carece de existencia personal. Dios no es persona; y, puesto que no es persona, ni gobierna ni reina. Dios es todo lo que vemos, todo lo que vive, todo lo que se mueve ¡Dios es muchedumbre!».

Una negación, reflexiona Donoso, llama infaliblemente a la siguiente, lo mismo en el orden religioso que en el político, como un abismo llama a otro abismo. Y más allá de la negación última -nos advierte- no hay nada sino tinieblas; tinieblas que en 1850 se empezaban a palpar y en las que hoy estamos anegados.
Pero, por supuesto, a Donoso no hay que hacerle ningún caso, pues era un pedazo de reaccionario tremendo.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire