«Avec l'amour maternel, la vie vous fait à l'aube une promesse qu'elle ne tient jamais. On est obligé ensuite de manger froid jusqu'à la fin de ses jours. Après cela, chaque fois qu'une femme vous prend dans ses bras et vous serre sur son cœur, ce ne sont que des condoléances. On revient toujours gueuler sur la tombe de sa mère comme un chien abandonné. Jamais plus, jamais plus, jamais plus. Des bras adorables se referment autour de votre cou et des lèvres très douces vous parlent d'amour, mais vous êtes au courant. Vous êtes passé à la source très tôt et vous avez tout bu. Lorsque la soif vous reprend, vous avez beau vous jeter de tous côtés, il n'y a plus de puits, il n'y a que des mirages.»
“Con el amor materno, la vida te hace al alba una promesa que jamás cumple. Después nos vemos obligados a comer frío hasta el final de nuestros días. Después de él, cada vez que una mujer te abraza y te estrecha contra su corazón ya no son sino pésames. Siempre volvemos a gritar sobre la tumba de la madre, como un perro abandonado. Nunca más, nunca más, nunca más. Brazos encantadores se juntan alrededor de tu cuello y tiernos labios te hablan de amor, pero tú ya sabes de qué va. Fuiste muy temprano a la fuente y te lo bebiste todo. Cuando vuelves a tener sed, por más que busques por doquier, ya no quedan pozos, sólo hay espejismos.”
Pocas descripciones del amor maternal son tan desesperadamente profundas como este conocido fragmento de “La Promesse de l’aube” de Romain Gary, el único escritor que ha ganado dos veces el premio Goncourt, debido a que se presentó por segunda vez bajo pseudónimo.
Roman Kacew, conocido como Romain Gary, fue un escritor francés de origen judío asquenazí, nacido el 8 de mayo de 1914 en Vilna (Lituania), entonces parte del Imperio Ruso, y muerto, por suicidio, el 2 de diciembre de 1980 en Paris.
El premio Goncourt es el más prestigioso de la literatura francesa, y fue creado de acuerdo al testamento de Edmond de Goncourt en 1896, premiando la mejor obra de ficción en prosa escrita en francés cada año. Su prestigio es el único contenido del premio, cuyo ganador obtenía la suma de 50 francos, actualmente 10 euros.
El párrafo que he querido compartir hoy continúa con más detalles y reflexiones sobre la misma idea, y personalmente recomiendo la lectura de la novela completa.
Sinceramente no comparto del todo el planteamiento de Gary sobre el amor maternal, muy marcado por sus circunstancias personales, pero sí es cierto, y todos los padres de familia me darán la razón, que una vez que tu esposa trae al mundo a tus hijos, su capacidad de amarlos supera con creces cualquier otro amor sentido anteriormente, incluido el conyugal. Y así debe ser.
La tentación de sentir celos de los hijos por parte del padre existe, pero no es propia de un hombre cabal.
Cuando veo como ama mi mujer a nuestros hijos, no puedo si no admirarme y amarla aún más si cabe.
Y en estos días previos a la Semana Santa me ayuda a reflexionar sobre el dolor de la Santísima Virgen durante la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
PS: Romain Gary no ganó el Goncourt por "La Promesse de l’aube". Lo ganó en 1956 por "Les Racines du ciel" y en 1975, como Émile Ajar, por "La Vie devant soi".
Entre otros muchos, destaca como ganador del Goncourt Marcel Proust en 1919 por "À l'ombre des jeunes filles en fleurs", la segunda entrega de "À la recherche du temps perdu".
Los últimos ganadores han sido Marie NDiaye en 2009 por "Trois Femmes puissantes" y Michel Houellebecq en 2010 por "La Carte et le Territoire".
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