jeudi 30 juin 2011

Arte y moral

Este año se conmemoran los cincuenta de la muerte de Louis-Ferdinand Céline. Digo que se conmemoran aunque en realidad, oficialmente está prohibido conmemorar nada relacionado con él.

Frédéric Mitterrand, el sobrino de François el presidente de la República Francesa, que es el actual ministro de cultura en Francia, ante la presión de diferentes grupos, optó por negarle los honores oficiales en este aniversario, debido a su antisemitismo y su apología de las políticas raciales del nacionalsocialismo.

Curiosamente Fréderic Mitterrand sigue siendo ministro de cultura pese a haber tenido que admitir públicamente la veracidad de las acusaciones de pederastia.

Pero lo que me mueve a reflexión son dos asuntos concretos muy relacionados. Uno es la posibilidad o no de desligar la obra artística de un autor, ya sea pintor, músico o literato, de sus opiniones, actitudes o actos moralmente reprochables o condenables.

Incluso en muchas ocasiones, la indiferencia o falta de posicionamiento público respecto a acontecimientos cruciales ha sido suficiente para privar a un autor del reconocimiento debido por la calidad artística de su obra.

¿Se puede desligar al hombre del artista? ¿Se debe condenar el arte a causa de su autor? ¿Debemos emplear siempre criterios morales o ideológicos al enfrentarnos al arte?

Personalmente tiendo a suponer que las más sublimes expresiones artísticas suelen surgir de almas con un grado elevado de perfección moral. Sin embargo, en muchas ocasiones, me he encontrado ante magníficas obras de arte fruto de la labor de abyectos autores.

Estas reflexiones me llevan al segundo asunto. Las diferencias que históricamente han mostrado unas y otras naciones a la hora de honrar a sus grandes hombres.

En Francia, por ejemplo, hay varios modos de ingresar en su particular Olimpo de glorias inmortales. El que más garantía tiene es el ingreso en “L’Académie française”, por algo los académicos son conocidos como “los inmortales” (realmente el apelativo viene del lema de su divisa “a la inmortalidad”).

La Academia francesa, conocida también como “la cúpula”, por la que corona el edificio de su sede, fue creada por el famoso cardenal Richelieu en 1635, y se compone de 40 miembros.

Céline, que en realidad se apellidaba Destouches, no fue por supuesto miembro de la Academia, y su obra más reconocida, “Viaje al fin de la noche”, ni siquiera obtuvo el premio Goncourt, lo que incluso provocó la dimisión de algún miembro del jurado, teniendo que contentarse con el premio Renaudot.

Un ejemplo magnífico de la capacidad de apreciar y reconocer la valía de un hombre, más allá de las diferencias ideológicas, es la relación Napoleón Bonaparte con el inmortal autor de “El genio del Cristianismo”, François-René, vicomte de Chateaubriand.

Chateaubriand, famoso también por la receta de solomillo asado que inventó su cocinero, era radicalmente contra-revolucionario e incluso había combatido en el Ejército Realista llamado de los emigrados. Sin embargo fue el propio Napoleón quién impulsó su candidatura a la Academia, aunque tras leer el borrador de su discurso de ingreso, que Chateaubriand se negó a corregir con las indicaciones del pequeño usurpador corso, finalmente el vizconde no llegase a ocupar su sillón hasta la restauración.

En España estamos hartos de ver, no sólo cómo autores magníficos son sistemáticamente denostados por motivos ideológicos, si no lo que es aún mucho peor, como tipejos absolutamente mediocres reciben el reconocimiento que no merecen, precisamente por su posicionamiento político.

El racismo de Céline, que le llevó a publicar infectos panfletos pronazis, lo había heredado de la sociedad francesa en la que nació, la del “affaire Dreyfus” que provocase el famoso “J’accuse…!” de Zola, etc.
Pero eso no le quita un ápice de grandeza al resto de su obra.

El pequeño escándalo a propósito de la celebración oficial de su aniversario, con el cruce de acusaciones y presiones, los documentales en televisión… han representado finalmente la mejor manera de conmemorar la efeméride.

Por mi parte he incluido ya en el maletín de mis lecturas para este verano, el panfleto de Chateaubriand “De Buonaparte et des Bourbons” y, claro está, el “Voyage au bout de la nuit”.

Notre vie est un voyage
Dans l’hiver et dans la Nuit
Nous cherchons notre passage
Dans le Ciel où rien ne luit.
Chansons de Gardes Suisses, 1793.

dimanche 26 juin 2011

Amor, muerte y literatura

El viernes escribí una entrada al hilo de la situación actual de nuestra Patria, pero resultó tan apocalípticamente dolorosa que no llegué a publicarla.
El sábado por la mañana, de nuevo, Juan Manuel de Prada en ABC supo expresar con su pluma mi desesperación, en su artículo sobre el resentimiento.
En este crepúsculo de la historia”, dice de Prada, “la democracia ha hecho la misma proclama que Kirilov, aquel personaje de Los demonios de Dostoievsky, encarnación trágica del humanismo ateo: «Si Dios no existe, yo soy Dios». Y, para demostrar que no existe otra voluntad superior a la suya, Kirilov acaba suicidándose, que es lo mismo que está haciendo nuestra democracia fetén, dejándose infestar por iniquidades tan graves y manifiestas.
Tengo la obsesiva costumbre de leer muchos libros a la vez, seguramente en la íntima seguridad de que no tendré tiempo de leer todos los que merecen la pena ser leídos, en el corto trascurso de una vida. Llevo siempre uno encima para los ratos sueltos del día, en el transporte, en alguna espera, entre una reunión y unas horas de trabajo… Tengo otro normalmente en mi mesilla de noche, junto a la cama, otro en la mesa auxiliar del salón y varios repartidos entre la mesa de trabajo, la biblioteca…
Estoy cerca del final de “La promesa del alba” de Romain Gary, del que ya hablé un poco no hace mucho. Parece mentira que alguien capaz de expresar con una prosa tan poética una actitud hacia la vida y el mundo tan cargada de amor y compasión por el ser humano, terminase también suicidándose, como el personaje de Dostoievsky, sólo veinte años después de escribir este libro.
Romain Gary, pseudónimo de Romain Kacew, nacido en Vilnius, Lituania, en 1914, fue criado por su madre que, como narra en “La promesa del alba”, depositó en él las más ambiciosas esperanzas. Pobre “cosaco un poco tártaro cruzado con judío”, llegó a Francia a los catorce años, instalándose en Niza.
Tras sus estudios de derecho, se alistó en la aviación y se unió a De Gaulle en 1940.
Su primera novela “Educación europea” fue un gran éxito en 1945, desvelando a un gran narrador de estilo rudo y poético. Aquel mismo año entró en el “Quai d’Orsay”, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia. Gracias a su trabajo como diplomático, vivió en Sofía, La Paz, Nueva York y Los Ángeles. En 1948 publicó “El gran vestuario” y recibió el premio Goncourt en 1956 por “Las raíces del Cielo”. Siendo cónsul en Los Ángeles se casó con la actriz Jean Seberg, escribió varios guiones y fue realizador de dos películas.
Dejó la diplomacia en 1961 y escribió “Los pájaros van a morir a Perú” (incluida en “Gloria a nuestros ilustres pioneros”), y una novela de humor, “Lady L.”, antes de emprender sus inmensas sagas: “La comedia americana” y “Hermano océano”.
Su esposa se quitó la vida en 1979 y las novelas de Gary empezaron a dejar percibir su angustia del declinar y la vejez: “Más allá de este límite su ticket no es válido”, “Claro de mujer” y “Las cometas”.
Romain Gary se suicidó en Paris en 1980 dejando un documento póstumo en el que reveló que había escrito bajo el pseudónimo de Émile Ajar, autor de varias novelas de éxito como “El gran mimo”, “La angustia del rey Salomón” y “La vida ante sí”, que recibió también el Goncourt en 1975.
Como nos recordaba este sábado Juan Manuel de Prada, el gran Leonardo Castellani dijo: «El resentimiento no es vulgar rencor, odio o despecho; es indignación reprimida mal o insuficientemente, por fuerza y no por razón, que se irradia concéntricamente de objeto en objeto y de zona en zona anímica. Hay hoy día ideologías del resentimiento expuestas en lenguaje científico y con las mayores apariencias de objetividad. Este rencor convertido en septicemia no tiene más penicilina que una gran inyección de amor tan tremenda que sólo es posible por la Fe y por la Gracia ayudadas de intermediarios humanos, como suele Dios hacer sus cosas. Dios y ayuda, como dicen en España».
De Prada añade “¿qué ayuda puede hallarse, cuando falta el otro miembro de la ecuación?
Cuando Romain Gary nos describe su imposibilidad para ver un enemigo en otro ser humano, también nos está señalando el destello de ese amor perdido que añora la humanidad y que Gary sólo llegó a intuir, terminando por sumirse en la desesperación, pero incapaz de conocer el resentimiento.
Sinceramente recomiendo leer “La promesa del alba”, a ser posible en francés y si no, traducida.

mercredi 15 juin 2011

Franco, Franco, Franco

Me da igual si se trata de una obsesión personal de nuestro mezquino presidente del gobierno, cuyo nombre prefiero no mentar para evitar las nauseas, me importa un pito si es fruto de la ilimitada estupidez de la pandilla de guarras y sinvergüenzas a los que reparte ministerios, secretarías de estado o lo que le pete, me resbala si se trata o no de una maniobra para distraer eso que llaman la opinión pública, como si a tenor de los resultados electorales pudiese afirmarse que el “público” tiene opinión, y por supuesto no me inmuta la tibieza culpable de los burgueses conservadores o liberales.

Estoy más que harto de escuchar sandeces sobre Francisco Franco y la fatídica segunda república española.

En política, como en todo lo demás, soy antes que nada católico, sencillamente porque es lo único serio que se puede ser en este mundo, a poco que uno se informe.

Aunque me considere de pensamiento carlista, o tradicionalista, o como lo quieran ustedes llamar, y en consecuencia defienda para mi amada España el restablecimiento de sus instituciones históricas, desde la Monarquía Católica Tradicional hasta las Cortes de sus Reinos y sus Fueros, pasando por los gremios y el resto de asociaciones sociales auténticas, y a pesar de que el Generalísimo Franco decidiese otorgar la sucesión en la Jefatura del Estado a Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, hijo, nieto y bisnieto de quién es, a pesar de todo, sé que en el periodo que va del 1 de abril de 1936 al 20 de noviembre de 1975, España gozó del mejor gobierno y la mayor mejora de sus condiciones de vida que nadie hubiera podido imaginar.

Y cuando me refiero a Francisco Franco, y eso hace que los que me escuchan suelan poner los ojos como platos, coloquialmente digo simplemente “el Caudillo”, cuando no Caudillo de España por la Gracia de Dios.

El régimen del 18 de julio fue una bendición divina para nuestra Patria, reinstauró un Estado Español Confesional Católico, la máxima aspiración de los patriotas cabales, nos devolvió el orgullo de ser españoles, y sobre todo nos regaló la paz, en todos los sentidos.

Si, claro que soy franquista, no veo porque no habría de serlo. Si a alguien le parece que no se puede ser franquista y requeté, es su problema. Pero yo sé que de no ser por el Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936 y la Cruzada de Liberación Nacional, España y los españoles hubiesen sufrido durante años interminables la barbarie marxista, como en Rusia. Y me importa un rábano lo que me cuenten los mamarrachos que escriben en los periódicos, publican libelos, hablan por la radio o salen en la tele, sin formación alguna, ni fundamento conocido. La segunda república fue un régimen ilegítimo desde su nacimiento, que sumió a la Patria en el caos, el crimen y la barbarie. Negarlo es estar ciego, o ser un mentiroso.

Tras su muerte por edad y enfermedad, sus enemigos, que como él mismo aclaró en su testamento no son otros que los que lo son de España, han osado destruir sus estatuas, símbolos, recuerdos y homenajes, e incluso han retirado su nombre de El Ferrol del Caudillo. Ahora sacarán pérfidamente sus restos de la Basílica del Valle de los Caídos, y luego transformarán el sagrado recinto en una mamarrachada más de las suyas. Pero no podrán arrancar de nuestros corazones agradecidos, a aquel que fue el general más joven de Europa, el héroe de África, el fundador de la Academia General Militar, el salvador indiscutible de la Patria y su fiel servidor y custodio hasta la muerte.

Que alguien, de hecho muchos, tengan la desfachatez de atreverse a comparar el gobierno de Don Francisco Franco Bahamonde, con esto que sufrimos hoy, tiene bemoles. Y yo, me parece que se ha notado, estoy más que harto.

mardi 14 juin 2011

Canciones, historia y vino

Este fin de semana, tratando de olvidar estos horribles y oscuros tiempos, recordaba aquella canción con la que los alemanes han defendido tradicionalmente su libertad, parafraseando a Cicerón: “Liberae sunt nostrae cogitationes”, nuestros pensamientos son libres, en alemán “die Gedanken sind frei”.
Como es una canción que en otro tiempo acostumbraba a cantar al este del Rin, con una copa de vino alemán en la mano, terminé por acordarme también de otra que he cantado después, también paladeando una copa de vino, pero en este caso al oeste del Rin.
Se trata de una canción francesa bastante curiosa.
En el año 1800, concretamente el 31 de agosto, dos meses después de la victoria de Napoleón en Marengo, un corsario al servicio de Francia, de nombre Robert Charles Surcouf y natural de Saint-Malo, al mando de su navío de seis cañones, “la Confiance”, logró capturar a la fragata inglesa “Kent”, de cuatrocientos hombres de tripulación y treinta cañones.
Cuentan que el comandante inglés, durante el combate, increpó al corsario galo diciéndole: “los ingleses nos batimos por honor y los franceses por dinero”, a lo que Surcouf contestó: “uno siempre se bate por lo que no tiene”. Sea verdad o no, la anécdota es graciosa.
Una curiosidad de la canción es que en su estribillo se brinda a la salud del Rey de Francia, siendo que la acción narrada sucedió mientras el pequeño usurpador corso se hacía llamar emperador de los franceses. Por más revoluciones que vengan, cuando se trata de pelear, los hombres cabales se baten por su rey.
Al oír el resto del estribillo es fácil imaginar porque un español puede cantarla con gusto, ja, ja, ja. (Hoy sólo transcribo la primera estrofa y el estribillo, el resto, si alguien se la quiere aprender para la próxima vez que descorche una botella de vino de Burdeos, la encontrará sin dificultad en internet tecleando su título “Au 31 du mois d'août”).



Au 31 du mois d'août (bis)
el 31 del mes de agosto
nous vînmes venir sous l'vent à nous (bis)
vimos venir sobre el viento contra nosotros
une frégate d'Angleterre
una fragata de Inglaterra
qui fendait la mer et les flots
que cortaba el mar y las olas
c'était pour attaquer Bordeaux
era para atacar Burdeos

REFRAIN:
Buvons un coup, buvons un deux (bis)
Bebamos un trago, bebamos dos
à la santé des amoureux
a la salud de los amantes
à la santé du Roi de France
a la salud del Rey de Francia
et merde pour le Roi d'Angleterre !
¡y una mierda para el Rey de Inglaterra!
qui nous a déclaré la guerre
que nos ha declarado la guerra

dimanche 12 juin 2011

Libertad

Cada vez que a lo largo de la historia de Alemania, la libertad se ha visto amenazada por el totalitarismo, como ocurre hoy en día en España y en otras muchas naciones de la Cristiandad, una canción ha empezado a resonar entre los que han tenido el valor de no doblegarse.

Nadie conoce su autoría, pero la cantaron los estudiantes del siglo XIX para reclamar la libertad académica y de opinión, se la tocaba con la flauta Sophie Sholl a su padre al pie de los muros de su prisión, la cantó la multitud entre las ruinas del Reichstag en 1948 durante el bloqueo a Berlín, y aún en nuestros días es el himno de la lucha contra el poder omnímodo del estado y de la defensa, por ejemplo, de la libertad en internet.

Cuando veo como los políticos españoles ¡traidores a la Patria! han permitido que una banda de asesinos ocupen los sillones de los ayuntamientos vascos, gracias a esa aberración del demonio llamada tribunal constitucional, aquella canción que aprendí en mis ya muy lejanas primeras lecciones de la lengua de Goethe vuelve a resonar en mi cabeza.

Podrán arriar la Bandera Española de los edificios, podrán volver a campar a sus anchas asesinas por las calles de pueblos y ciudades, seguirán regando el suelo sagrado de la Patria con la sangre de los héroes españoles que se niegan a abandonar su tierra, pero jamás nos vencerán, no se librarán de nosotros ni lograrán arrancarnos nuestra fe.

Mientras un sólo español esté dispuesto a morir en posición de firmes, mirando a los ojos a sus asesinos, aunque estos tengan la costumbre abyecta de matar por la espalda, como corresponde a los cobardes que son, las Vascongadas seguirán siendo España, para vergüenza de jueces y políticos de todos los colores.

Aquí dejo el vídeo con la versión que más se parece a la letra que tantas veces he cantado después con mis amigos alemanes, normalmente a altas horas de la madrugada y habiendo olvidado qué número hacía la copa de Riesling que teníamos en la mano, por lo que la última estrofa, que en el vídeo no cantan, era la que con más ímpetu entonábamos (la letra que he puesto debajo con la traducción aproximada al castellano, es la que yo me sé).


1. Die Gedanken sind frei
Los pensamientos son libres
wer kann sie erraten?
¿quién los puede adivinar?
Sie fliehen vorbei
se escabullen
wie nächtliche Schatten.
como sombras nocturnas
Kein Mensch kann sie wissen,
nadie puede saberlos
kein Jäger erschießen
ningún cazador puede dispararles
mit Pulver und Blei:
con pólvora y plomo
Die Gedanken sind frei!
los pensamientos son libres

2. Ich denke, was ich will
Pienso lo que quiero
und was mich beglücket,
y lo que me place
doch alles in der Still’
mas siempre en paz
und wie es sich schicket.
y como debe ser
Mein Wunsch und Begehren
mis deseos y anhelos
kann niemand verwehren,
nadie puede denegarlos
es bleibet dabei:
permanecen ahí
Die Gedanken sind frei!
los pensamientos son libres

3. Und sperrt man mich ein
Me encierran
im finsteren Kerker,
en lúgubres calabozos
das alles sind rein
y todo no son más que
vergebliche Werke.
inútiles intentos
Denn meine Gedanken
porque mis pensamientos
zerreißen die Schranken
destrozan las barreras
und Mauern entzwei:
y los muros
Die Gedanken sind frei!
los pensamientos son libres

4. Drum will ich auf immer
Así pues para siempre quiero
den Sorgen entsagen
abandonar toda inquietud
und will mich auch nimmer
y nunca jamás quiero
mit Grillen mehr plagen.
Que las rejas me atormenten
Man kann ja im Herzen
en el corazón puede uno
stets lachen und scherzen
reir y burlarse sin parar
und denken dabei:
y pensar
Die Gedanken sind frei!
los pensamientos son libres

5. Ich liebe den Wein,
Adoro el vino
mein Mädchen vor allen,
y sobre todo a mi chica
sie tut mir allein
esto solamente
am besten gefallen.
es lo que prefiero
Ich bin nicht alleine
no estoy solo
bei meinem Glas Weine,
con mi vaso de vino
mein Mädchen dabei:
y mi chica conmigo
Die Gedanken sind frei!
los pensamientos son libres.

samedi 11 juin 2011

Honor y gloria

Hace unos días, en el “caralibro”, a Andrés Úbeda se le ocurrió recordar a Blas de Lezo y Olavarrieta, conocido como “medio hombre” al haber perdido una pierna, un brazo y un ojo en combate, en su dilatada carrera de marino de guerra, que comenzó a los doce años en la armada francesa para combatir en nuestra Guerra de Sucesión, por supuesto en defensa de Felipe de Anjou, Felipe V de España.
Como es una de las figuras históricas que más gloria han dado a nuestra Patria, y cuya existencia desconocen de un modo absolutamente vergonzante la inmensa mayoría de los españoles, cada vez que se habla de él, me enervo sobremanera.
Blas de Lezo era una leyenda para los marinos ingleses, y el almirante Vernon, convencido de que su inmensa superioridad de medios le posibilitaría derrotarle en Cartagena de Indias, convirtiéndole en “El hombre que derrotó a Blas de Lezo”, el título más ansiado por los marinos ingleses de la época, antes de la batalla mandó acuñar unas monedas en las que se le representaba con Blas de Lezo arrodillado a sus piés, en recuerdo de la vistoria que consideraba asegurada.
Esas monedas son el símbolo de la vergüenza de Vernon y la armada británica, pues Don Blas de Lezo, en absoluta inferioridad de medios, les derrotó sin paliativos.
Otro día hablaremos, por ejemplo, del almirante Nelson y del cañón llamado “El Tigre”, que le arrancó con un disparo la pierna cuando el pérfido inglés trataba de conquistar Tenerife. Desde entonces ese noble cañón español es el símbolo de la libertad en Tenerife, y puede visitarse aún custodiado en perfecto estado.
Pero hoy, pensando en los cientos de héroes y militares españoles ilustres de todos los tiempos, me apetecía traer a la bitácora uno de los episodios más populares, las cuentas del Gran Capitán.
Por ponernos en situación, Fernando el Católico había firmado un tratado con Carlos VIII de Francia, en alianza contra los turcos, que aseguraba la no interferencia del uno y el otro en sus respectivas campañas, mientras no se tratase de enfrentarse al papado. Carlos VIII, que como monarca católico sentía la obligación de acudir a liberar los Santos Lugares, decide conquistar primero los territorios italianos para asegurarse una base de retaguardia sólida. Sin embargo comete el error de atacar el Reino de Nápoles, y a su rey Alfonso II de Nápoles, nieto de Alfonso V de Aragón. En ese momento Fernando el Católico deja de considerarse obligado por el tratado, al ser el Reino de Nápoles feudatario del Papa, y acude en defensa de su pariente.
Aquí empieza la legendaria campaña italiana de Don Gonzalo Fernández de Córdoba, y es tras su victoriosa finalización cuando el monarca católico, para cuyo entierro no se encontraron fondos suficientes a su fallecimiento, preocupado con el catastrófico estado de las finanzas del reino, y azuzado por envidiosos conspiradores, le pide al militar la contabilidad de la guerra.
"Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres para que rogaran a Dios por la prosperidad de las armas españolas. — Cien millones en picos, palas y azadones. — Cien mil ducados en pólvora y balas. —Diez mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos en el campo de batalla. —Ciento setenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas con el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo. — Cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas en días de combate. — Millón y medio de ídem para, mantener prisioneros y heridos. — Un millón en misas de gracias y Te Deum al Todopoderoso. —Tres millones de sufragios por los muertos. — Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro ducados en espías. — Y cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino."
Éstas fueron las cuentas que envió al Rey Fernando el Católico aquel portentoso genio, asombro de Europa, honor de España, vencedor de Ceriñola, de Garellano y de tantos y tan memorables hechos, de armas, que elevaron el patrio nombre al más alto grado de poderío y de gloria, llamado Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán por su excelencia en el arte de la guerra.
¡Cuánto tienen que aprender los generales de nuestras actuales fuerzas armadas españolas de cómo hay que tratar a los políticos que se inmiscuyen en asuntos de guerra!

jeudi 9 juin 2011

Confianza

Ayer por la tarde, al llegar a casa, abrí una carta que el banco me enviaba con una especie de folleto de propaganda de los que suelo tirar al contenedor de papel, que uno está concienciado con el planeta, la ecología y todo eso, normalmente sin perder ni un minuto en leer el contenido.

Vamos, lo mismo que hago con la pobre sudamericana que, con persistencia inagotable, me llama todas las tardes a eso de siete para que me cambie de proveedor de telefonía e Internet, a la que un día de estos voy a invitar a cenar en casa porque ya es como de la familia.

Pero ayer debía estar algo tontorrón y se me ocurrió leer el folleto del banco. En resumen la institución bancaria que se embolsa mi salario cada primero de mes, era tan gentil de activarme un servicio de alertas al teléfono móvil, sin necesidad de que yo me molestase en autorizarlo, servicio que sería gratuito hasta después del verano.

Uno que tiene estudios, rápidamente llegó a la conclusión de que si el servicio era gratuito hasta el final del verano, con posterioridad dejaría de serlo. Inmediatamente agarré el teléfono y marqué el que se especificaba en el folleto para consultas o reclamaciones.

El educado agente comercial que me atendió y que volvió a contarme las excelencias del servicio ofertado, sin poder especificarme el precio del servicio después del periodo gratuito, no supo qué contestar cuando le expliqué que dar por sentado que yo deseaba obtener el servicio, aunque los primeros meses fuese gratis, sin preguntarme, era claramente una mala práctica comercial, que hacía peligrar gravemente mi ya de por sí escasa confianza en la institución bancaria de marras.

Como no era cuestión de darle un cursillo al pobre telefonista distinguido, sencillamente me di de baja de la generosa oferta y le deseé muy buenas tardes.

Ya hace años cancelé mi cuenta corriente en otro banco y retiré mi dinero en la ventanilla, ante la mirada atónita del cajero que no alcanzaba a entender mi indignación.

En resumen, lo que había pasado era que el banco en cuestión me había pasado al cobro la primera mensualidad de un seguro de automóvil ventajosísimo al parecer, debido a que me habían mandado la correspondiente publicidad a mi domicilio, que debió ir al cubo de la basura sin leer, y yo no les había comunicado que no deseaba el seguro. Ni les había comunicado que no lo quería, ni qué coche tenía o si tenía alguno en absoluto, ni tan siquiera si  tenía permiso de conducir. Y el pobre cajero aún me decía que era una práctica habitual, oído lo cual cancelé como digo la cuenta y retiré todo el efectivo de modo inmediato.

Sin duda la conclusión más inmediata de todo esto, aparte de que la honestidad es una virtud desconocida en el mundillo de la economía, es que vienen tiempos aún peores que los actuales, y los bancos intentan volver a cobrar por todo. (Imagínense si cada vez que emplean al cabo del día una tarjeta de débito, crédito o lo que sea, les llega un mensajito al teléfono móvil, “smartphone” para los telespectadores de Intereconomía, con un coste, pongamos por caso, de algunos céntimos de euro).

Por otra parte la anécdota es significativa para comprender la cacareada “crisis económica” que hace que empresas multinacionales, cuasi-monopolios y bancos con beneficios exorbitantes, reparto de primas y todo eso, aumenten los precios y despidan a la mitad de sus asalariados para recortar gastos; que administraciones públicas en bancarrota promocionen eventos pseudo-culturales con ingentes cantidades de dinero mientras recortan las prestaciones a sus administrados y aumentan del modo más encubierto y sibilino posible la presión fiscal; que los políticos salgan con que los salarios no pueden revisarse con la inflación y tienen que vincularse a la productividad, mientras las sesiones del Congreso de los Diputados se reducen de tres a dos a la semana sin influencia alguna en los honorarios de los diputados; y finalmente, para no aburrir, que el todopoderoso estado central nos aconseje organizar nuestra futura jubilación, que llegará a los 67, 80 o ya veremos cuántos años de edad, mediante la suscripción de un plan de pensiones privado, pero eso sí, sin dejar de detraernos del salario cantidades cada vez mayores de dinero en concepto de pensiones.

Y es significativa decía, por que la crisis que padecemos algunos, los de siempre, no es económica, es crisis de confianza. Ya nadie se fía de nadie, y como esos papelitos de colores que llevamos en la cartera para pagar en el supermercado, dejaron hace años de ser pagarés avalados por las reservas de oro del emisor, actualmente tienen el mismo valor que los del Palé, que es como se llamaba el “Monopoly” cuando en las monedas ponía que Francisco Franco era el Caudillo de España por la Gracia de Dios, que sin duda era verdad a tenor del mundialmente conocido y admirado milagro económico español, que convirtió las alpargatas de los españoles en seiscientos (unos coches que se podían aparcar en cualquier sitio, que gastaban menos gasolina que un mechero y cuyas revisiones  costaban menos que una ronda de cañas en el bar del barrio, lo digo por los jóvenes que no saben de qué estoy hablando) y nos autoabasteció de electricidad generada por centrales hidroeléctricas, por presas y pantanos vamos, que eso sí que es una energía inagotable, ecológica y alternativa, y no esos horribles e ineficaces molinillos gigantescos y esas anti-estéticas explanadas llenas de placas solares fotovoltaicas.

El otro día, paseando por la madrileña calle de Toledo, la que sale de la Plaza Mayor, vi una cola de gente esperando una media de una hora para entrar a comprar en una tienda, ¿adivinan de qué?, de alpargatas. Será cosa de las modas, será el retorno a las soluciones tradicionales para la canícula española, será lo que ustedes quieran, pero como símbolo da que pensar, ¿no les parece? 

mardi 7 juin 2011

Una buena noticia

De vez en cuando el desolador panorama cultural actual aún es capaz de depararnos alguna noticia esperanzadora, y sin duda el reciente lanzamiento de la Biblioteca Clásica de la Real Academia Española de la Lengua es una de ellas.

Ayer mismo me hice con uno de los cuatro volúmenes publicados en este primer paso del proyecto, en concreto “La vida del Buscón” de Quevedo.

Es inevitable para mí, y así se ha reflejado en algunos medios, la comparación con “La Bibliothèque de la Pléiade” francesa, que publica la editorial Gallimard.

Esta comparación es sin duda correcta por lo que respecta al contenido de las obras, su precisión filológica y los materiales complementarios incluidos en cada volumen (lo siento pero no puedo dejar de acordarme, cada vez que empleo el vocablo “volumen” para referirme a un libro, de aquella frase de los humoristas argentinos “les luthiers” que decía “pasaba largas horas en la biblioteca de la marquesa, cuyos volúmenes le apasionaban”, ja, ja, ja.)

Sin embargo, y no es una crítica negativa, más bien una constatación de diferencias notables, la presentación y encuadernación no son comparables. Mientras las características de la famosa colección francesa son insuperables, encuadernación, materiales, características del papel, tipología de letra… en la colección española únicamente podemos calificarlas de correctas. Sencillamente los objetivos, si bien en lo fundamental son similares, difieren bastante en las cuestiones prácticas, y por eso el precio de los españoles apenas alcanza un tercio del de los franceses.

Por otra parte la Real Academia Española de la Lengua, como se explica en el documento que puede leerse en el enlace que adjunto al final, pretende obtener un canon esencial, no exhaustivo, limitándose a 111 libros, algunos con varias obras, frente a los casi 500 de Gallimard.

La selección española, la de la Real Academia, no la de fútbol, se detiene en el año 1900, acertadísima decisión. Incluso en lo referente al siglo XVIII es donde cabrían las críticas más serias respecto a la inclusión u omisión de autores.

Debo decir que la relectura pausada de “El Buscón” en esta nueva edición está resultando uno de esos placeres que ya no esperaba. Mi profundo agradecimiento a la Academia.

Un último apunte que también me ha resultado esperanzador es el comentario del documento adjunto respecto a las profecías sobre la desaparición de los libros clásicos sustituidos por esos ingenios informáticos modernos.

La Real Academia quiere pensar que los dispositivos electrónicos se ocuparán de “best-sellers” (anglicismo que no merece el honor de ser traducido a la noble lengua cervantina) y las “novedades efímeras” (acepto e incorporo con agrado la expresión de inmediato), preservándose nuestras dilectas y nobles librerías para “las obras de fondo”. Amén.

http://www.bcrae.es/

http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000011.nsf/(voanexos)/archE030038D9AC90FF9C12578A3003FA6FA/$FILE/Prensa_web.pdf

dimanche 5 juin 2011

Conciencia

Anda Benedicto XVI por tierras croatas, en la Republika Hrvatska, y sus palabras en un territorio tan importante para la Cristiandad están teniendo un eco aún mayor de lo habitual, removiendo conciencias y convicciones en todo el abanico de las posiciones ideológicas actuales.
Es la palabra del Santo Padre lo verdaderamente importante en todos sus viajes o actividades, ni su figura, ni los asistentes… sólo la palabra, porque la Palabra es Dios.
Y no es extraño que estas palabras tan cargadas de significado para nuestro mundo de hoy se pronuncien precisamente en la visita del Sumo Pontífice a la nación de los croatas, a los que los cristianos debemos, aparte de la invención de la corbata, el que por su resistencia en la batalla de Szigetvár permitieran evitar que Viena cayese en las infieles manos otomanas, por lo que también en algún modo participaron en la invención del croissant, y que en la batalla de Sisak derrotasen a esos mismos turcos que amenazaban con inyectar en el corazón de la Europa cristiana, no existe otra, el veneno del islam.
Europa nunca les agradecerá lo suficiente estos hechos, como tampoco a España su liderazgo en Lepanto, pero hay pueblos que no buscan honores ni fama en el combate, hay pueblos que combaten, en la guerra y en la paz, por el Reino de Dios y su justicia.
El texto fundamental que Joseph Ratzinger nos deja para la reflexión es su discurso del 4 de junio, en el encuentro con personalidades de la sociedad civil, políticos, académicos, artistas, empresarios, diplomáticos y religiosos, en el Teatro Nacional Croata de Zagreb.
Antes de analizar los puntos fundamentales, es necesario leer el discurso completo, a fin de no caer en la tentación de sacar frases de contexto o rebuscar únicamente aquellas más proclives a unos planteamientos u otros.
El principal punto de escándalo para unos y otros es el relativo a la libertad de conciencia.
Benedicto XVI rechaza sin ambages la ofensiva que trata de relegar la religión al ámbito de lo privado, prohibiendo su intervención en ningún asunto público, político o social. Y lo rechaza sencillamente porque sabe que esta prohibición no es sino el primer paso hacia la prohibición total del Catolicismo, que es el único enemigo real del mal en este mundo, el único que dispone del arma definitiva capaz de derrotar a los enemigos de la humanidad, la Verdad. Y ellos, que lo saben, tratarán de impedir a toda costa su empleo.
No nos equivoquemos, no se trata de un enfrentamiento entre laicismo y religiones, ni entre ateos o creyentes, no. El verdadero rostro de la guerra son los ataques contra la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, defensora de la única religión verdadera, por parte de sus enemigos seculares, que lo son de la humanidad doliente.
Cada día asistimos a muestras claras del concepto de libertad que los gobiernos modernos tratan de imponer. Cuanto no apoye o contribuya a sus perversos fines, es radicalmente anatemizado. La moderna libertad consiste únicamente en revolcarse en el fango del pecado como puercos en su pocilga. Pero nosotros sabemos que la libertad no tiene nada que ver con eso, y lo sabemos porque Cristo mismo nos lo ha mostrado y Santo Tomás nos lo explicó con claridad meridiana.
Cegados en la noble lucha contra ese modernismo anticristiano, algunos buenos católicos también rechazan las palabras del Papa, considerando anatema que un Sumo Pontífice apele a libertad de conciencia.
Tratemos humildemente de arrojar algo de luz a la polémica.
Hace algún tiempo hablé de la tolerancia, como casi siempre basándome en el Doctor Angélico, en Santo Tomás.
Tolerar no significa poner la verdad en el mismo nivel que el error, ni mucho menos. Se tolera el mal, reconociéndolo como mal, como erróneo, sencillamente porque el verdadero y radicalmente transformador aporte de Cristo y el cristianismo a la historia de la humanidad, es el reconocimiento de la dignidad inviolable del hombre.
Porque el hombre es hijo de Dios, templo del Espíritu Santo, y poseedor de una dignidad inviolable, su libertad no puede ser negada ni atacada, aún en el error.
Por eso toleramos el mal, lo que no significa que lo aceptemos.
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo», nos ha dicho Nuestro Señor Jesucristo antes de ascender a los Cielos.
Cristo habla de enseñar, no de obligar ni someter, como marca, por ejemplo, el islam a los fanáticos seguidores de Mahoma.
Por eso la libertad de conciencia es la primera condición necesaria para la conversión y el descubrimiento de la Verdad.
Sabemos que una razón sin elementos bastardos que la confundan, sólo puede llevarnos a Dios, al único Dios verdadero, Creador y Señor de todas las cosas, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Fue el propio Sir Francis Bacon, aquel que dijese que "quien no quiere pensar es un fanático, quien no puede pensar es un idiota y quien no osa pensar es un cobarde", el que afirmó que "poca ciencia aleja muchas veces de Dios, y mucha ciencia conduce siempre a él. "
Sólo defendiendo la libertad de conciencia podemos los cristianos cumplir el exigente mandato de Nuestro Señor Jesucristo, «id y haced discípulos de todos los pueblos», y así vencer al error y al pecado, con las poderosísimas armas que Dios nos da, Él que está siempre con nosotros «todos los días, hasta el fin del mundo
Muchas otras reflexiones surgen de la lectura pausada del discurso del Santo Padre, si Dios me da tiempo y me ilumina, en otro momento seguiré plasmando las mías con el teclado de mi ordenador.

jeudi 2 juin 2011

¿Historia?

Lo de los “historiadores modernos” con “corrección política”, “memoria histérica” y todas esas sandeces, es para partirse de risa, si no fuese por que en realidad es para llorar.

La polémica sobre si el Generalísimo Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios, era autoritario, totalitario o dictador, ciertamente le hace a uno sentir vergüenza de sus compatriotas.

La tesis fundamental de estos historiadores es que todos los regímenes políticos y formas de gobierno que en el mundo han sido, desde el paleolítico hasta nuestros días, se pueden clasificar en dos categorías, a saber: democracias o dictaduras. Y si no estás de acuerdo, o pretendes introducir cualquier matiz a tan absurdo reduccionismo, no tienes ninguna credibilidad o validez académica como historiador, porque no respetas los “mínimos” relativos a acuerdos convencionales generales en materia de historia.

Y encima resulta que la institución que ahora va y les sale respondona a los historiadores oficiales, defensores a ultranza, por la cuenta que les tiene, de ese nido rastrero de politiqueo y falta de rigor y excelencia en que se han convertido las universidades españolas, es una nobilísima institución decimonónica como la Real Academia de la Historia, en la que sólo con mucha dificultad logran introducirse los usos y costumbres “modernos”, como corresponde a todo centro de sabiduría y excelencia que se precie.

Democracia, lo que se dice democracia, aparte de la sacrosanta por lo civil segunda república española, sólo puede considerarse con rigor moderno al régimen español actual desde 1978, exceptuando los gobiernos de Aznar, por supuesto, que es un fascistón de tomo y lomo.

Pero yo a lo mío. Agarro el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y busco democracia: doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno o predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.

Intervención del pueblo en el gobierno, que quieren que les diga, en mayor o menor medida puede encontrarse en cualquier periodo de la historia de España ¿no? En cuanto al predominio del pueblo en el gobierno, habría que analizarlo en profundidad, pero en la actualidad, predominio, lo que se dice predominio, como suele decirse, que venga Dios y lo vea.

Bueno, pues voy y busco totalitarismo: Régimen político que ejerce fuerte intervención en todos los órdenes de la vida nacional, concentrando la totalidad de los poderes estatales en manos de un grupo o partido que no permite la actuación de otros partidos.

Sustituyan “grupo o partido” por “grupo, partido o grupo limitado y reducido de partidos” y ya me dirán qué les parece.

Sigo con dictador: en la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica.

Teniendo en cuenta que los partidos políticos, que son instituciones privadas con financiación pública, elaboran sin control externo alguno las listas cerradas e inamovibles de candidatos electorales, la ley electoral no concede oportunidad real alguna a los partidos minoritarios, por muchos que sean y muchos votantes que los escojan, y los diputados electos, constituidos en poder legislativo, eligen al presidente del gobierno, que organiza y dirige el ejecutivo, e igualmente eligen al órgano de gobierno del poder judicial, encargado del nombramiento de jueces y magistrados… le pones un bigotillo tipo Charlot al presidente del gobierno de turno y ¡voilà!

Termino con autoritario: dicho de un régimen o de una organización política, que ejerce el poder sin limitaciones.

Sin comentarios.