Lo de los “historiadores modernos” con “corrección política”, “memoria histérica” y todas esas sandeces, es para partirse de risa, si no fuese por que en realidad es para llorar.
La polémica sobre si el Generalísimo Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios, era autoritario, totalitario o dictador, ciertamente le hace a uno sentir vergüenza de sus compatriotas.
La tesis fundamental de estos historiadores es que todos los regímenes políticos y formas de gobierno que en el mundo han sido, desde el paleolítico hasta nuestros días, se pueden clasificar en dos categorías, a saber: democracias o dictaduras. Y si no estás de acuerdo, o pretendes introducir cualquier matiz a tan absurdo reduccionismo, no tienes ninguna credibilidad o validez académica como historiador, porque no respetas los “mínimos” relativos a acuerdos convencionales generales en materia de historia.
Y encima resulta que la institución que ahora va y les sale respondona a los historiadores oficiales, defensores a ultranza, por la cuenta que les tiene, de ese nido rastrero de politiqueo y falta de rigor y excelencia en que se han convertido las universidades españolas, es una nobilísima institución decimonónica como la Real Academia de la Historia, en la que sólo con mucha dificultad logran introducirse los usos y costumbres “modernos”, como corresponde a todo centro de sabiduría y excelencia que se precie.
Democracia, lo que se dice democracia, aparte de la sacrosanta por lo civil segunda república española, sólo puede considerarse con rigor moderno al régimen español actual desde 1978, exceptuando los gobiernos de Aznar, por supuesto, que es un fascistón de tomo y lomo.
Pero yo a lo mío. Agarro el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y busco democracia: doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno o predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.
Intervención del pueblo en el gobierno, que quieren que les diga, en mayor o menor medida puede encontrarse en cualquier periodo de la historia de España ¿no? En cuanto al predominio del pueblo en el gobierno, habría que analizarlo en profundidad, pero en la actualidad, predominio, lo que se dice predominio, como suele decirse, que venga Dios y lo vea.
Bueno, pues voy y busco totalitarismo: Régimen político que ejerce fuerte intervención en todos los órdenes de la vida nacional, concentrando la totalidad de los poderes estatales en manos de un grupo o partido que no permite la actuación de otros partidos.
Sustituyan “grupo o partido” por “grupo, partido o grupo limitado y reducido de partidos” y ya me dirán qué les parece.
Sigo con dictador: en la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica.
Teniendo en cuenta que los partidos políticos, que son instituciones privadas con financiación pública, elaboran sin control externo alguno las listas cerradas e inamovibles de candidatos electorales, la ley electoral no concede oportunidad real alguna a los partidos minoritarios, por muchos que sean y muchos votantes que los escojan, y los diputados electos, constituidos en poder legislativo, eligen al presidente del gobierno, que organiza y dirige el ejecutivo, e igualmente eligen al órgano de gobierno del poder judicial, encargado del nombramiento de jueces y magistrados… le pones un bigotillo tipo Charlot al presidente del gobierno de turno y ¡voilà!
Termino con autoritario: dicho de un régimen o de una organización política, que ejerce el poder sin limitaciones.
Sin comentarios.
1 commentaire:
A la petición de quemar los 25 tomos del diccionario ese van a grapar la instancia para el cierre de tu blog.
Y del mío, claro.
;-)
Saludos.
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