De vez en cuando el desolador panorama cultural actual aún es capaz de depararnos alguna noticia esperanzadora, y sin duda el reciente lanzamiento de la Biblioteca Clásica de la Real Academia Española de la Lengua es una de ellas.
Ayer mismo me hice con uno de los cuatro volúmenes publicados en este primer paso del proyecto, en concreto “La vida del Buscón” de Quevedo.
Es inevitable para mí, y así se ha reflejado en algunos medios, la comparación con “La Bibliothèque de la Pléiade” francesa, que publica la editorial Gallimard.
Esta comparación es sin duda correcta por lo que respecta al contenido de las obras, su precisión filológica y los materiales complementarios incluidos en cada volumen (lo siento pero no puedo dejar de acordarme, cada vez que empleo el vocablo “volumen” para referirme a un libro, de aquella frase de los humoristas argentinos “les luthiers” que decía “pasaba largas horas en la biblioteca de la marquesa, cuyos volúmenes le apasionaban”, ja, ja, ja.)
Sin embargo, y no es una crítica negativa, más bien una constatación de diferencias notables, la presentación y encuadernación no son comparables. Mientras las características de la famosa colección francesa son insuperables, encuadernación, materiales, características del papel, tipología de letra… en la colección española únicamente podemos calificarlas de correctas. Sencillamente los objetivos, si bien en lo fundamental son similares, difieren bastante en las cuestiones prácticas, y por eso el precio de los españoles apenas alcanza un tercio del de los franceses.
Por otra parte la Real Academia Española de la Lengua, como se explica en el documento que puede leerse en el enlace que adjunto al final, pretende obtener un canon esencial, no exhaustivo, limitándose a 111 libros, algunos con varias obras, frente a los casi 500 de Gallimard.
La selección española, la de la Real Academia, no la de fútbol, se detiene en el año 1900, acertadísima decisión. Incluso en lo referente al siglo XVIII es donde cabrían las críticas más serias respecto a la inclusión u omisión de autores.
Debo decir que la relectura pausada de “El Buscón” en esta nueva edición está resultando uno de esos placeres que ya no esperaba. Mi profundo agradecimiento a la Academia.
Un último apunte que también me ha resultado esperanzador es el comentario del documento adjunto respecto a las profecías sobre la desaparición de los libros clásicos sustituidos por esos ingenios informáticos modernos.
La Real Academia quiere pensar que los dispositivos electrónicos se ocuparán de “best-sellers” (anglicismo que no merece el honor de ser traducido a la noble lengua cervantina) y las “novedades efímeras” (acepto e incorporo con agrado la expresión de inmediato), preservándose nuestras dilectas y nobles librerías para “las obras de fondo”. Amén.
http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000011.nsf/(voanexos)/archE030038D9AC90FF9C12578A3003FA6FA/$FILE/Prensa_web.pdf
2 commentaires:
Me ha gustado mucho la opinión de la RAE sobre los dispositivos electrónicos, que considero nunca podrán sustituir a los libros en papel. Es más, la palabra "libro" no debería mancillarse a la hora de hablar de un ebook o similar.
Aceptado, a partir de ahora diré siempre "ibuk", ja, ja.
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