El 11 de junio de 1819, la “Sainte Ampoule” sale de la sombra. Llega la restauración y, el arzobispo de Reims preside una sesión solemne en la que, una vez que los Borbones han regresado a Francia del exilio, trayendo la paz a Francia y a la Santa Madre Iglesia, aquellos que la habían custodiado se dan a conocer.
Juran ante Dios y las autoridades eclesiásticas, decir toda la verdad, y entregan los diferentes elementos en su posesión.
Luis XVIII no fue consagrado. Según los “survivantistes”, aquellos que creían que Luis XVII no murió en la prisión del Temple y que su tío sabía de su existencia y la de su legítima descendencia, el monarca temía ser victima de la cólera divina, amenazado por visiones místicas. Según otras versiones Luis XVIII, aquejado de gota, no hubiese podido seguir el antiguo ritual de consagración, inalterado durante trece siglos, con sus múltiples postraciones.
Su hermano y sucesor, Carlos X, recibió la Sagrada Unción el 29 de mayo de 1825. Para la ocasión se construyó un nuevo relicario.
Debido a las dudas suscitadas sobre la autenticidad de la reliquia y la validez del acto de consagración real, se publicaron diversos artículos en el “Moniteur”, nombre del boletín oficial francés durante el siglo XIX, sobre el proceso de reconstitución.
Moniteur du 26 mai 1825:

De este modo Carlos X fue consagrado según el antiguo ritual, con el mismo Crisma que se empleó con la mayoría de sus predecesores en el trono de Francia desde Clovis y - a pesar del sarcasmo de los impíos – procedió al ritual de imposición de manos a enfermos de escrófula, el “toucher des écrouelles” con varias sanaciones probadas.
Extracto de artículo del hermano Maximilien-Marie
de la Asociación « Refuge Notre-Dame de Compassion »
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