No quiero perderme en elucubraciones sobre los datos históricos conocidos de San Jorge, los orígenes y la extensión de su leyenda, o sus múltiples patrocinios.
Mi esposa y yo decidimos bautizar a varios de nuestros hijos bajo la advocación de santos de los considerados «legendarios», como San Jorge, por su especialísimo significado y la importancia mantener, desde el inicio de sus vidas y en algo tan íntimamente unido a la esencia de la persona como el nombre propio, a nuestros hijos enraizados en la Tradición que por herencia les pertenece.
San Jorge, Santo Patrón del Reino de Aragón, es tradicionalmente ejemplo de virtud, en especial para los militares.
Su martirio y fundamentalmente el episodio del dragón, forman parte indisoluble de la esencia de la civilización, la única civilización que merece tal nombre, la nuestra, la cristiana.
El relato y la interpretación del episodio del dragón que personalmente más me gustan, muestran a San Jorge llegando a una ciudad en la que un dragón impide a sus habitantes acceder a la única fuente de agua de que disponen. Para poder acceder al agua, la población se ve obligada a ofrecer una víctima diaria a la bestia, a fin de distraerle.
San Jorge, montado en su caballo blanco y luciendo la cruz como divisa, mata al dragón, librando de la muerte a la princesa que se disponía al sacrificio y, como consecuencia, la ciudad abandona el paganismo y abraza la fe verdadera.
Sin duda San Jorge se nos muestra aquí como apóstol de Cristo, su caballo blanco es la Santa Madre Iglesia, el dragón es Satanás y la fuente de agua el propio Cristo.
Culmina el relato con la negativa del santo a aceptar en recompensa la mano de la princesa, ya que San Jorge es ejemplo tradicional de pureza y castidad, siendo su ejemplo muy apropiado a los militares, a fin de que “aprendan los que mandan tropas, a prevenir los desafueros de los soldados con las mujeres, para no hacerse reos de los pecados ajenos”.
El “día del santo” es, contrariamente a la costumbre actual, de mucha más importancia tradicional que el cumpleaños, y así debe ser.
Muchas felicidades por tanto a mi hijo Jorge, y a todos los "Jorges". Y muchos éxitos a la Sociedad Deportiva Huesca, con mi enhorabuena por su estupenda y valiente segunda equipación.
3 commentaires:
Le comunico que las gestiones con la Biblioteca Nacional Francesa siguen su curso. Muchas gracias de corazón por su ayuda.
¡Feliz San Jorge!
Llamé a mi segundo hijo Jorge, patrón de la ciudad de Cáceres y de la patria de G. K. Chesterton. Mi primer hijo se llama Alejandro, al margen de toda santidad en honor del nombre máximo de la era de la "praeparatio evangelica"
Muchas gracias por el comentario. Como he dicho, los patrocinios de San Jorge son numerosos, de hecho ahora me doy cuenta de que la única persona nacida en Cáceres que conozco, se llama Jorge también.
En cuanto a Inglaterra, la bandera lo dice todo. La de Inglaterra claro, en la «Union Jack» es mas difícil verlo.
Los nombres anteriores al nacimiento de Cristo también entraron entre nuestras opciones, la «preparatio evangelica» de Eusebio de Cesarea, y Alejandro cuenta sin duda entre los más grandes. Los bíblicos a veces son también una buena opción.
La elección de nombre para un niño no es asunto baladí, y las modas actuales al respecto, aparte de ser en su mayoría ridículas, son realmente dignas de lástima. Mucho ha contribuido la relajación de la normativa al respecto en los registros civiles.
Precisamente Alejandro Magno concedía una importancia capital al nombre propio, y es conocida la anécdota en la que, recriminando a uno de sus soldados su cobardía ante el enemigo, al preguntarle por su nombre y contestarle el soldado que se llamaba Alejandro, la respuesta del macedonio fue «cambia de nombre o de conducta».
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