El antiguo relicario que contenía la Santa Ampolla, no salía de la abadía de Reims más que para las ceremonias de consagración reales. Únicamente cuando Luis XI solicitó tenerla en su lecho de muerte, la “Sainte Ampoule” abandonó Reims por un motivo distinto.
Llegado el tiempo del gran desgarro revolucionario, entre las primeras medidas de la asamblea, la más urgente fue la prohibición de la profesión monástica, declarada ilegal, la nacionalización de los bienes eclesiásticos y la dispersión de las congregaciones religiosas.
La abadía de Reims no fue una excepción y sus monjes fueron por tanto perseguidos. La iglesia de la abadía fue transformada en parroquia y confiada a un sacerdote doblegado al juramento constitucional.
Los monjes partieron, pero la Ampolla Santa se quedó junto a las reliquias de Saint Remi.
El cura constitucional, en octubre de 1793, se llamaba Jules-Armand Seraine, y si bien había prestado el juramento cismático, no era por completo una mala persona.
En los primeros días de octubre de 1793, La Convención envía a uno de sus miembros más radicales a destruir la “Sainte Ampoule”. El día 6, el nuevo abad Seraine, en conocimiento de la situación, decide extraer el contenido y esconder el precioso Crisma en espera de tiempos más propicios. Para ello se sirve de la ayuda del oficial municipal Philippe Hourelle.
El 7 de octubre, Philippe Rhül, que así se llamaba el revolucionario enviado por la Convención, destruye la ampolla a los pies de la estatua de Luis XV en la plaza Real, rebautizada Nacional.
Louis Champagne Prévoteau recupera discretamente algunas esquirlas de cristal y los restos de bálsamo que en ellas encuentra.
Después, veinticinco oscuros años de silencio caen sobre Francia ...
Extracto de artículo del hermano Maximilien-Marie,
de la Asociación « Refuge Notre-Dame de Compassion »
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