La revuelta se extendía por doquier, y la población se iba uniendo en la caza de los “azules”. Era necesario organizar el movimiento popular espontáneo. Hacían falta jefes.
La primera elección recayó lógicamente en los aristócratas, que habían recibido la educación necesaria para ello, habiendo ejercido muchos el oficio de las armas. Fue el caso del conde de La Rochejaquelein o Charles de Bonchamps.
Sin embargo hubo dos excepciones: Cathelineau, que fue elegido por aclamación antes que los aristócratas, y Stofflet.
Cathelineau tenía la altura moral necesaria para mandar, la inteligencia de un aristócrata, la fuerza de un albañil, el verbo recto y sabía llegar al corazón del pueblo.
Tomó el mando de un ejército y lo condujo sin dudar a través de la Vendée. Acumulando victoria tras victoria en aquel comienzo de año de 1793, marchó con Stofflet sobre Chemillé, Chalet y el 16 de marzo sobre Vihiers. En Vihiers, el Ejército Católico y Real puso en fuga un batallón republicano y consiguió así su primer cañón. Ese cañón, símbolo de su resistencia, será bautizado Marie-Jeanne en honor a las protectoras de Francia, la Santa Virgen maría y Santa Juana de Arco.
Las victorias seguían encadenándose minetras los “azules” sólo ofrecían escasa resistencia a este formidable ejército de campesinos, encabezados por aquel al que ya llamaban “el Santo de Anjou”. Poco antes de la Semana Santa cayó Chalonnes. El ejército angevino, de Anjou, se dispersó para celebrar la Pascua en familia. Cathalineau se reúne con su mujer e hijos, y celebra con ellos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, en compañía del abad Cantineau, párroco de Pin-en-Mauge.
Los republicanos por su parte aprovechan la tregua para reorganizarse. Cuatro columnas provenientes del resto de Francia se disponen a atenazar Les Mauges. La batalla es encarnizada y sangrienta, ¡y los “azules” son demasiados! Los insurgentes se ven obligados a abandonar la posición y retirarse a Tiffauges.
La conscripción continúa y llega a Châtillon un mes después de St Florent. Y del mismo modo que allí, los habitantes de de Châtillon tampoco están dispuestos a combatir y morir por el régimen revolucionario. Al contrario, cuatro mil paisanos se levantan en rebelión contra la república y reclaman a Henri de la Rochejaquelein, que tiene 20 años, como jefe. Este nuevo ejército se une al angevino de Cathelineau para formar la primicia de lo que será la “Grande Armée Catholique et Royale”, que nacerá el 17 de abril.
Continuará…
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