Aprovechando los estrechos lazos que me unen al Reino de Francia, dejo constancia en mi bitácora de un pequeño cotilleo intrascendente, ¿o no?, que corre por la Galia. Se trata de la historia de un aviador, héroe de la “Francia libre” en la segunda guerra mundial, corso de nacimiento, llamado Albert Preziosi, que como se puede apreciar, al igual que su compatriota Napoleone di Buonaparte, el pequeño usurpador que se coronó a sí mismo “emperador de los franceses”, ostentaba un apellido que evoca sin duda mucho más a la península itálica que al hexágono.
El capitán Preziosi, que murió finalmente en Rusia al ser abatida su aeronave, fue derribado anteriormente en África en 1941 mientras combatía contra italianos y alemanes con la columna del general Léclerc.
Piloto y avión fueron dados por desaparecidos, pero algo más de un mes más tarde, el capitán Preziosi se presentó de nuevo sano y salvo en la base de operaciones francesa, relatando como una vez derribado, fue acogido, escondido y correctamente curado de sus heridas por una tribu de beduinos libios.
En Vezzani, su ciudad natal en la “isla de la belleza”, Albert Preziosi es el héroe local, con una placa en el edificio de correos, una inscripción en el monumento a los caídos de la plaza central de la ciudad y un retrato en el ayuntamiento, de mayor tamaño que el del omnipresente presidente Sarkozy.
Y casi ningún habitante de la villa de Vezzani alberga dudas sobre lo sucedido durante la estancia de Albert entre la hospitalaria tribu libia. El piloto galo habría tenido una más que íntima relación amorosa con una joven de la tribu, fruto de la cual vería la luz de este mundo… ¡el coronel Mu‘ammar al-Qaḏḏāfī! el “líder de la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista”.
No me precio de ser un gran fisonomista, y de hecho me ocurre a menudo que alguien me saluda por la calle, me llama por mi nombre, y yo no le recuerdo hasta que no me da detalles concretos sobre cuándo y en qué circunstancias nos hemos conocido. Por ello dejo al criterio de mis improbables lectores el análisis de las fotos del capitán Albert Preziosi a la edad de 27 años y la del presidente libio con 33.
El apoyo del régimen del coronel Gadafi a los nacionalistas corsos en los años 70, incluyendo estancias de entrenamiento militar en campos libios, y sus recientes declaraciones afirmando haber financiado la campaña electoral de Sarkozy, amen de los estrechos vínculos entre las dos naciones, pudieran no tener nada que ver con la filiación del supuesto “beduino-corso”. Pero el papel tan relevante de Francia en los acontecimientos de las últimas semanas merece como mínimo un análisis en profundidad.
Curiosamente la base aérea corsa de la que despegan los cazas franceses “rafale” que bombardean Libia, con “mandato de la ONU” eso sí, y en “misión humanitaria” claro está, y esto “no es exactamente una guerra” faltaba más, y “no tiene nada que ver con Irak” por descontado señora presidenta, digo ministra de defensa, lleva el nombre del “capitaine Preziosi”.
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