CATECHISMUS CATHOLICAE ECCLESIAE
- El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra razón natural. Creemos «a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos». «Sin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación» (ibíd., DS 3009). Los milagros de Cristo y de los santos (cf. Mc 16,20; Hch 2,4), las profecías, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad «son signos certísimos de la Revelación divina, adaptados a la inteligencia de todos», motivos de credibilidad que muestran que «el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu» (Concilio Vaticano I: DS 3008-3010).
- La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humanas, pero «la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural» (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q.171, a. 5, 3). «Diez mil dificultades no hacen una sola duda» (J. H. Newman, Apologia pro vita sua, c. 5).
- «La fe trata de comprender» (San Anselmo de Canterbury, Proslogion, proemium: PL 153, 225A) es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre «los ojos del corazón» (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, «para que la inteligencia de la Revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones» (DV 5). Así, según el adagio de san Agustín (Sermo 43,7,9: PL 38, 258), «creo para comprender y comprendo para creer mejor».
- Fe y ciencia. «A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber contradicción entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe otorga al espíritu humano la luz de la razón, Dios no puede negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero» (Concilio Vaticano I: DS 3017). «Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y según las normas morales, nunca estará realmente en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios. Más aún, quien con espíritu humilde y ánimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, está como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son» (GS 36,2).
Nicaenum-Constantinopolitanum
Credo in unum Deum, Patrem omnipotentem,
Factorem caeli et terrae,
visibilium omnium et invisibilium.
Et in unum Dominum Iesum Christum,
Filium Dei unigenitum et ex Patre natum ante omnia saecula,
Deum de Deo, Lumen de Lumine,
Deum verum de Deo vero,
genitum, non factum,
consubstantialem Patri: per quem omnia facta sunt;
qui propter nos homines et propter nostram salutem,
descendit de caelis, et incarnatus est de Spiritu Sancto
ex Maria Virgine et homo factus est,
crucifixus etiam pro nobis sub Pontio Pilato, passus et sepultus est,
et resurrexit tertia die secundum Scripturas,
et ascendit in caelum, sedet ad dexteram Patris,
et iterum venturus est cum gloria, iudicare vivos et mortuos;
cuius regni non erit finis.
Et in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem,
qui ex Patre Filioque procedit, qui cum Patre et Filio simul adoratur et conglorificatur,
qui locutus est per Prophetas.
Et unam sanctam catholicam et apostolicam Ecclesiam.
Confiteor unum Baptisma in remissionem peccatorum.
Et exspecto resurrectionem mortuorum, et vitam venturi saeculi.
Amen
Nota Bene:
DS: Enchiridion Symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum. Recopilación del Magisterio de la Iglesia Católica, elaborada y publicada inicialmente por el jesuita Heinrich Joseph Dominicus Denzinger en 1854 (de Denzinger-Schönmetzer, por A. Schönmetzer, su editor).
DV: Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina revelación (Concilio Vaticano II).
Cónfer: (Del lat. confer, compara, imper. de conferre) m. Voz que se utiliza en los escritos para indicar que se debe consultar algo, generalmente abreviada en cf. o cfr.
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